A más de un año del Gobierno de Donald Trump y en plena renegociación del Tratado de Libre Comercio d América del Norte, el intercambio de mercancías entre México y Estados Unidos no se detiene. Al contrario. Tan solo en el traslado carretero el crecimiento en octubre de 2017 fue de 9.5 por ciento.

Datos del Buró de Censos estadounidense muestran que durante el décimo mes del año pasado, el autotransporte movilizó 35,663 mdd, un incremento de 3,082 mdd respecto a octubre de 2018. Y aunque no hay cifras oficiales, 2017 es un año récord para el intercambio comercial de ambos países.

Es importante destacar que el crecimiento de las exportaciones a Estados Unidos fue impulsado principalmente por el envío de bienes intermedios y terminados de las industrias automotriz, electrónica, maquinaria, instrumentos médicos y ópticos.

Tras la sexta ronda de negociación, la incertidumbre persiste. Los riesgos no son menores y el panorama deja ver algunos escenarios. México está trabajando para permanecer con esta alianza comercial, sin embargo, la apuesta no es el comercio con Estados Unidos sino la apertura en sí.

Luis de la Calle, analista económico y uno de los principales artífices del TLCAN, explica que no se trata de que México tenga un plan B en caso de que el tratado se venga abajo, pues eso significaría asumir que lo que se ha estado haciendo estaba mal. Al contrario.

“La apuesta de México en 1994 y la apuesta de 2018 debe seguir siendo la misma y es conservar una economía abierta, es decir que si no es con Estados Unidos, el Gobierno debe establecer las condiciones para que invertir en el país sea más atractivo para otros mercados. Ese es el gran reto ante ese escenario”.

Un eventual cambio de políticas macroeconómicas

Donald Trump sigue presumiendo su reforma fiscal, y es que ante el histórico logro de reducir impuestos, más de una empresa se frota las manos y ya goza de una disminución del 35 al 21% en impuesto corporativo. La jugada es muy clara: el presidente estadounidense busca recuperar inversiones y repatriar capitales para mover su economía.

“Lo que México necesita es estabilidad para atraer inversiones. Si Estados Unidos baja los impuestos se convierte en un país más atractivo para invertir, y lo que debe hacer el Gobierno mexicano es buscar alternativas y mecanismos, incluso reformas, para ser aún más competitivo en este renglón”.

Y si bien ésta es una gran oportunidad, también representa un riesgo, pues mucho dependerá de dichas políticas macroeconómicos el impacto que podría tener en México, principalmente en los montos de inversión que puedan afectar el crecimiento de este y los siguientes años.

Si la reforma fiscal de Estados Unidos tendrá o no un gran impacto en México es algo que podremos ver en seis meses, pues hay que ver si México pierde flujos de inversión y en todo caso, ver cómo reacciona el Gobierno ante dicho panorama.

Imprescindible resultará en este contexto afinar las políticas para corregir el tema de la inflación, pues el 6.7% de 2017 es una mala noticia y hay que corregirla.

“Hay que ver los números de enero de este año para voltear a ver al Banco de México y estar atentos para ver cómo lo controla, pues de lo contrario se podría convertir en una espiral y después requerirá medidas más drásticas. Hay que atacarlo de raíz”.

Las elecciones presidenciales del 1 de julio

México tiene la gran oportunidad de elegir la que considere mejor opción para gobernar durante los próximos seis años. Al margen de quién sea electo presidente, su gran reto será afianzar las reformas, pues en materia económica el país no requiere un cambio de 180 grados.

“Los mexicanos no están pidiendo un cambio radical en términos de política económica, pero sí en cuanto a la política del dinero público, ahí sí se requiere el cambio más importante. Y para seguir progresando en la construcción de un estado de derecho para ser más atractivos, aquí sí hay que poner especial atención”.

Todo estos factores influirán en el comportamiento del peso frente al dólar. Hay que tener claro que la mejor forma que el Gobierno tiene para mejorar los niveles de vida de los ciudadanos es con una moneda fuerte. Hace 10 años, nuestra moneda se cotizaba en 10.90; hoy está arriba de los 19. Sigue siendo un peso subvaluado.

Y lo importante, agrega De la Calle, es apostarle a una economía más sólida, para lo que, una vez más, las políticas de Banxico harán la diferencia. Como se mencionó líneas atrás, las exportaciones seguirán siendo muy importante para México y para Estados Unidos, a pesar de Trump.

La manufactura seguirá impulsando la economía mexicana y, de forma particular, la reforma energética empezará a cosechar inversiones importantes, como es el caso de las empresas que ya están invirtiendo en el mercado de los combustibles. El turismo y la proveeduría automotriz siguen ganando terreno en esta ecuación.

¿Y el transporte?

La demanda de traslado de mercancías seguirá creciendo en 2018. Particularmente en México, por su ubicación geográfica, las oportunidades son grandísimas, pero han sido desaprovechadas ante la falta de suficientes inversiones en infraestructura.

El anhelo de consolidarse como la plataforma logística de América no lo será mientras no se logren dichas inversiones. Para aprovechar cabalmente esta condición, hay que apostarle al multimodalismo, pues si bien el 70% del intercambio de mercancía con América del Norte se da por carretera, hace falta potencializar el valor de los otros modos de transporte.

Aéreo, marítimo, ferroviario y carretero, todos se complementan entre sí, pero al parecer no ha quedado claro que si uno crece, los demás también. Una reflexión importante es asumir que teniendo las condiciones actuales, el transporte crecerá, pero si se invierte en infraestructura y multimodalismo, lo hará de una forma más acelerada.

Finalmente, el especialista explica que ante este crecimiento en la demanda de transporte, el comercio electrónico se posiciona ya no como una tendencia sino como una realidad, de tal manera que la última milla cobrará mayor relevancia en este renglón.