Su nombre es Maxine Taylor, una mujer australiana de 52 años que conduce un camión en cierta medida como herencia de su esposo. Él se enfermó y la animó a tomar el volante. Ahora él ya no está y ella ha experimentado todo lo que sucede en la carretera: sus colegas son su familia.

La historia es contada por Volvo Trucks y deja ver que, como en la vida, conducir un camión es cuestión de actitud. Originalmente la razón que motivó a la protagonista a sacar su licencia era económica. Ahora está agradecida por las experiencias del camino, ya que, además, su papá también se dedicaba a esto. La tradición ahora está en sus manos.

“Cada día es un reto. Disfruto de ello. Mucha gente no cree que yo lleve trenes de carretera. Me encanta”.

Sus jornadas son extremas, al igual que los 48 grados de temperatura que abrazan el entorno de la región de Pilbara. Conoce la soledad de su cabina y valora la comunicación con otros operadores por el radio. Ella siente que al manejar está más cerca de su esposo.

Para Maxine, conducir un camión Volvo se ha convertido en lo mejor de sus días.

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