Manuel Sotelo, Vicepresidente de la CANACAR en el Norte, región comprendida por Chihuahua, Durango y Zacatecas, explica que al representar al estado más grande del país y uno de los cruces fronterizos más importantes, el papel de la aduana es fundamental para el autotransporte no solo de la entidad sino de todo el país.

Por esta razón, explica, desde noviembre del año pasado se emprendió el Proyecto de Integración Tecnológica Aduanera (PITA), un programa piloto en la frontera de Tijuana, replicado ahora en Ciudad Juárez, con el que se busca eficientar y automatizar la revisión de las mercancías que cruzan de un país a otro.

“La idea es que migremos hacia una aduana nueva, en la que un operador, por ejemplo, pueda portar un gafete único para cualquier frontera mexicana y que, en lugar de portar 10, 15 ó 20 pedimentos de importación o exportación, lleve una tarjeta en la que se registra toda esta información: el modulista hará una sola revisión en lugar de escanear cada documento”, detalla Sotelo.

Y es que para los empresarios del transporte en esta región el comercio internacional es quizá su principal nicho de mercado, y por esta razón se sigue gestionando la cooperación entre autoridades, generadores de carga, transportistas y agentes aduaneros para que en lugar de tardar cinco horas en cruzar, pueda ser una o quizá un poco más.

Autorregulación, una cuestión de ética

La infraestructura carretera en las tres entidades que integran esta región sigue en malas condiciones. El paso de vehículos con exceso de pesos y dimensiones aún es un problema no para los transportistas de la zona sino para todo el sector, pues son los usuarios de los caminos federales quienes padecen las condiciones del camino.

Al respecto, Manuel Sotelo explica que éste es un asunto de corresponsabilidad, ya que, en primer lugar, el transportista es el que debe conocer y respetar las normas, cumplir con las especificaciones y garantizar un servicio seguro; en segundo lugar, el dueño de las mercancías también debe asumir su responsabilidad y solicitar fletes sobrecargados.

En tanto, las autoridades deben enfocar sus esfuerzos en vigilar el cumplimiento, pues a pesar de que les faltan recursos, tecnología y personal, también hay un déficit de voluntad, de tal manera que si alguien incumple la ley, no pasa nada. De tal manera que ante la entrada en vigor de la llamada norma de la fatiga (NOM-087), el asunto podría ser similar, pues el incumplimiento no se vigila ni se sanciona.

En este sentido, el empresario resalta que la CANACAR está a favor de esta norma, sin embargo, una consecuencia natural de su implementación será aumentar el déficit de operadores que hay en el país: “regular las horas de conducción demandará más operadores en las empresas, y sí estamos dispuestos, el asunto es que de dónde vamos a sacar a esos operadores”.

Y de forma particular para los estados fronterizos, ya que en la actualidad hay más de 20 mil operadores mexicanos que cruzan la frontera para hacer fletes domésticos en Estados Unidos, aunque solo cuentan con permisos internacionales. “Allá se quedan y nada más regresan a la frontera a renovar sus permisos, pero ya no hacen crucen y se supone que eso hacen. Y es normal ya que acá en México ganan menos de la mitad que allá”.

Por otro lado, la falta de paraderos seguros en los tres estados es un tema que complicará el correcto cumplimiento de la norma, pues quienes hayan cumplido con lo establecido no tienen dónde detenerse a descansar, situación que los podría dejar más vulnerables frente a la inseguridad, que al menos en esta región del país no se vive como en los estados del centro. De tal manera que la autorregulación en todos los sentidos es una de cuestión de conveniencia: “nos conviene a todos”, afirma el vicepresidente.