Apenas arrancó el año y la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT) dio a conocer la proyección de ventas de vehículos pesados para 2019: 38,977 al menudeo y 38,888 al mayoreo. En 2018, las cifras fueron 41,269 y 41,276, respectivamente.

Si bien la expectativa es a la baja, es importante considerar algunos factores: un nuevo Gobierno generalmente provoca cautela en las inversiones, el marco normativo, como la NOM-044; la falta, hasta el momento, de un programa de renovación vehicular; la inseguridad en el autotransporte, el tipo de cambio y el costo de los combustibles.

Miguel Elizalde, Presidente Ejecutivo de la ANPACT, explica que cada una de las marcas asociadas elabora su pronóstico y al final se saca un promedio para llegar a esta cifra.

“Es una proyección conservadora. Ya llevamos dos años a la baja y éste ya sería el tercero con la misma tendencia; sin embargo, tenemos la oportunidad de revertir el pronóstico no solo para este año, sino para todo el sexenio. Sin duda, podríamos hacer un reajuste en la proyección a mitad de año”.

 

¿Cómo se podría revertir la tendencia?

 

Fiel al mensaje de la ANPACT, Elizalde hace especial énfasis en revivir un esquema de renovación vehicular, incluso más robusto, incluyente y ambicioso entre el nuevo Gobierno, las instituciones financieras, los fabricantes y los transportistas

“Seguimos en reuniones con el nuevo Gobierno, desde el periodo de transición, a fin de destacar la importancia de modernizar el transporte y hacer más eficiente la cadena logística. Y aquí el tema fundamental será el financiamiento, sobre todo para las micro y pequeñas empresas”.

El financiamiento en cascada, enfatiza, es una de las herramientas que más podrían ayudar al transporte: mientras que las flotas grandes compran vehículos nuevos y sacan de operación a los seminuevos, éstos pueden ser adquiridos por empresas más pequeñas:

“El papel de la banca de desarrollo siempre ha sido crucial para estos esquemas”.