El Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques realizó un análisis en el que presenta tres alternativas para hacer frente al gravamen a las exportaciones mexicanas que propuso la administración de Donald Trump.

Incrementar su competitividad: este factor permitiría que, incluso con un arancel a la exportación manufacturera en México, siga siendo rentable para las compañías. Dicho proceso incluiría aspectos como: modernización de la infraestructura portuaria y la logística, mejoramiento del ambiente regulatorio de negocios (principalmente agilización de trámites), y abatimiento de los índices de criminalidad y corrupción que como ya se vio, implican costos hasta 50% más altos que en Estados Unidos.

De hecho, este sería el factor clave ya que, con una industria cuya competitividad dependa cada vez menos de los niveles salariales, México podría comenzar a aprovechar la amplia red de tratados comerciales ya existentes y fortalecer un mercado interno todavía débil.

Diversificar los destinos de sus exportaciones: el estudio señala que de los más de 3 millones de vehículos que se producen actualmente en el país, más del 80% está destinado a la exportación, porcentaje del que el 77.1% es llevado a Estados Unidos. Adicionalmente, y a pesar del acceso preferencial del sector a mercados tan importantes como la Unión Europea o Japón, las exportaciones mexicanas hacia dichos destinos se comportan de manera errática y, al menos entre 2015 y 2016, descendieron considerablemente, de ahí la importancia de enfocar los esfuerzos en impulsar estos otros mercados.

Vincular la producción nacional con el mercado interno: el mercado interno mexicano se ha mantenido prácticamente estancado durante las últimas tres décadas en relación con la producción nacional, con un consumo de poco más de 700 mil vehículos producidos en México para 2016. Es decir, del millón y medio de vehículos que se vendieron en el país durante ese año, más de la mitad fueron importados, de ahí que el estudio destaca que, una vez que las importaciones están considerablemente diversificadas apostar por que un mayor porcentaje de los autos producidos en México, permanezca en el país.

El estudio revela también que la región de América del Norte muestra un alto nivel de integración en lo que respecta a la industria automotriz, dado que tres cuartas partes de las exportaciones de autopartes y vehículos terminados de los socios se queda dentro de la región y, las exportaciones automotrices de la zona al resto del mundo, han crecido un 35 por ciento de 2008 a 2015.

Por lo anterior, un impuesto, como lo plantea Trump, tendría efectos negativos en las cadenas de valor de la producción de automóviles en América del Norte, de las que se benefician enormemente los tres países, tanto en términos de empleo como de crecimiento económico.

El documento señala que la industria automotriz mexicana representa 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), y el 18 por ciento del PIB manufacturero, provee alrededor de 900 mil empleos directos y representa el 27 por ciento de las exportaciones totales mexicanas.

Antes de la entrada en vigor del TLCAN en 1994, México producía un millón de vehículos anuales; para 2015 esta cifra se había triplicado, lo que convirtió a nuestro país en el séptimo productor y cuarto exportador a nivel mundial, sólo por detrás de Corea del Sur, Japón y Alemania.