De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), la cadena de suministro representa más del 90% de la producción de gases de efecto invernadero (GEI) de una organización; por lo que este aspecto se convierte en algo fundamental para que las compañías logren una operación más sustentable.

Ante un innegable impacto climático por la actividad humana, cada vez más empresas se muestran interesadas en hacer un cambio, convirtiendo a los profesionales de la logística en personajes centrales para lograr los objetivos que se planteen. 

Una encuesta realizada por la consultora Ernst & Young (EY) reveló que ocho de cada 10 ejecutivos de la cadena de suministro están aumentando sus esfuerzos hacia operaciones sustentables para lograr un uso eficiente de los recursos naturales y la descarbonización.

¿Por dónde comenzar? 

Ignacio Szymanski, Director Ejecutivo de Invenova, expresa que las empresas en general, desde su logística, se están centrando en las emisiones de GEI. 

Sin embargo, un primer paso es medir la huella de carbono. El experto precisa que los grandes corporativos solicitan estos datos, desde el movimiento de materias primas para la fabricación hasta la distribución en almacenes o clientes finales. 

“Piden a detalle cuántas camionetas usaste, cuánto carbono emitiste, y te exigen una cierta emisión máxima por paquete”, comparte en entrevista para TyT.

Por lo tanto, si además de generar un impacto positivo en el medio ambiente, las empresas quieren trabajar con estos grandes corporativos, deben comenzar a llevar un control estricto de sus operaciones. 

Por su parte, Francisco Giral, Director General y fundador de NetLogistik, señala que los logísticos pueden empezar determinando cómo asegurar que las cadenas de suministro reduzcan sus emisiones, empezando por el transporte. 

“Si puedo traer mi materia prima de China y me sale un poco más barato que hacerlo de México, tendría que tomar en cuenta el impacto de las emisiones para mejor decidir tener una proveeduría local, cercana”, comenta.

Otro ejemplo es considerar si es conveniente movilizar los productos vía aérea, siendo que es la modalidad más contaminante; o, en la distribución vía terrestre, tomar en cuenta hacerlo con carga consolidada. 

Así, el entrevistado resume que el primer paso es el diseño de la cadena de suministro y el segundo es la planeación del transporte.

El tercer punto es la propia ejecución del movimiento de las mercancías, procurando la utilización de vehículos más limpios como eléctricos o a gas, según el tipo de trayecto, para disminuir las emisiones.

En este aspecto, Ignacio Szymanski recuerda que hay diversas tecnologías en desarrollo, pero de inicio, el desafío es modernizar la flota en México, no solo por un tema medioambiental, sino de eficiencia y reducción de accidentes: “Si queremos de verdad tener un impacto, lo primero que tenemos que hacer es empezar a apoyar a los transportistas, sobre todo al pequeño y mediano para que cambien sus unidades”.

Agrega que, aunque los vehículos con celdas de combustible de hidrógeno son los más adecuados para largos recorridos, aún están en desarrollo, pero en la última milla ya deberían ser prioritariamente eléctricos. 

Giral explica que, en la parte de la ejecución, el diseño de las rutas de entrega y  reparto también es fundamental. En esto coincide Szymanski, quien ve en el ruteo dinámico una tendencia clave para eficientar entregas y, al mismo tiempo, reducir el consumo de combustible.

Consiste en el uso de software y plataformas para generar un nuevo trayecto luego de cada entrega. Con ello, señala, las flotas pueden disminuir alrededor del 25% del consumo de combustible contra lo que hacían antes.

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Otras medidas

Si bien ambos expertos coinciden en que el transporte es el aspecto más importante para comenzar a trabajar en medidas sustentables en la cadena de suministro, también comparten más acciones en las que las empresas están trabajando. 

Una encuesta realizada por Miebach Consulting sobre la gestión de la cadena de suministro sostenible, revela que la medida más aplicada es la certificación según normas internacionales referentes a este tema. 

En este renglón, Ignacio Szymanski ejemplifica con el distintivo LEED para almacenes, con el que demuestran que consumen menos energía a través del uso de luces led, buen aislamiento a la temperatura, tratamiento de aguas negras e incluso la colocación de paneles solares.

En los centros de distribución, comparte Giral, también se están implementando montacargas eléctricos y se automatizan y digitalizan procesos para reducir el consumo de papel.

Asimismo, coinciden, el tema de empaques es de especial interés, con el uso de materiales reciclables o reutilizables. Para Francisco Giral, no solo se trata de los utilizados de cara al consumidor final, sino que las compañías deben tomarlo en cuenta desde la recepción de productos. 

“Afortunadamente, ya se ha avanzado mucho, hay empresas que compran el corrugado, que ponen en los contenedores, facilitan mucho el trabajo para quienes reciclan”, dice.

Una cadena extendida

Francisco Giral señala que, una parte importante del secreto de cómo optimizar estos proyectos, es integrar más allá de la propia cadena de suministro con clientes y proveedores: “Puedo hacer que los empaques y envases sean reciclables e, incluso, como se hacía antaño, retornables”.

En su opinión, coordinarse con todos los eslabones asegura, por ejemplo, un consumo mínimo en materiales de empaquetado.

También se puede incluir a los responsables de áreas de producción en términos de emisiones, con equipos eléctricos, y hacer los procesos ágiles, alineados, de acuerdo con prácticas de manufactura esbelta. 

Se trata, comenta, de un tema de gestión de cambio en beneficio de la sustentabilidad: “Alinearnos todos para hacer más eficiente la cadena de suministro extendida, incluyendo clientes y proveedores. Creo que establecer un criterio de la sustentabilidad debería ser una buena razón para trabajar en equipo”.

También colaboración interna

La encuesta realizada por Miebach a 277 personas a nivel mundial encontró que, en los proyectos de sustentabilidad, el compromiso de la dirección en las empresas se considera el desafío menor.

No obstante, en dicho estudio este aspecto se coloca como el requisito más importante. Sobre el tema, Szymanski comparte que el responsable del área de logística o supply chain debe ser capaz de convencerlo de que se pueden lograr efectos económicos y ambientales positivos.

Para ello, es importante apoyarse en otras áreas como ventas, marketing y operaciones: “Hemos visto que la decisión de compra de la gente millennial o más joven, está basada también en la sustentabilidad de los empaques y del transporte”, manifiesta. 

Por lo tanto, el equipo debe ser capaz de identificar esos factores para diseñar e implementar una política de sustentabilidad en la cadena de suministro. No es un tema menor, pues a la larga, puede incidir en las ventas de una empresa. 

Éste, continua Szymanski, debe ser un argumento para obtener los presupuestos en las empresas que den vida a los proyectos en favor del medio ambiente, ya sea en transporte, almacenes, empaquetado o cualquier iniciativa. 

“El desafío es demostrar que sea rentable no solo porque reduzco costos, sino porque hago más ventas, porque soy más apreciado por el consumidor por la sustentabilidad”, comparte.

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