Aunque el origen de Fletes El Rojo está relacionado con un asunto físico y, en muchas ocasiones, de burlas y molestias, su significado actualmente es muy valioso para su fundador y para todos los que colaboran en esta empresa mexiquense. 

Y es que todo se trata de perspectiva, considera Julián Rodríguez, un empresario nacido en Toluca hace ya cincuenta años y que actualmente radica en Aguascalientes, donde hace más de veinte años fundó Fletes El Rojo, nombre tomado de su apodo de la infancia.

Resulta que desde siempre tuvo las chapas muy marcas, razón por la que todos sus compañeros de la escuela le apodaban “El Rojo”, y aunque para él no era del todo satisfactorio y a veces hasta molesto le resultaba, al final se acostumbró y creció bajo ese alias. 

Fue tal su popularidad que había gente que no sabía que se llamaba Julián, de tal manera que cuando salió de la capital mexiquense para conseguir mejores trabajos en la Ciudad de México, siempre fue conocido como “El Rojo”. 

Hasta que aprendió a manejar tractocamión y cuando alguien le dijo que debería tener un 10-28, él no sabía la clave, así que preguntó qué era eso, y cuando le explicaron sólo les dijo que ya venía preparado, desde el nacimiento. 

Y así ocurrieron sus primeros años como operador en fletes locales en entre el Valle de México y las entidades vecinas, hasta un día en que llegó a Aguascalientes y vio un anuncio que decía que si querías ser dueño de tu propio camión, ahí era el lugar. 

Se acercó a preguntar y le explicaron que sí, que sólo necesitaba comprobar su experiencia al volante y pagar un pequeño enganche, de tal manera que la empresa le daría un tractocamión y se haría socio, con fletes seguros y facilidades de pago. 

Tuvo dudas, preguntó entre sus amigos y conocidos y alguien le dijo que sí era real, que aprovechara la oportunidad, pues el dinero ya lo tenía ahorrado. 

Así fue como dejó todo y se mudó para Aguascalientes. Recién se había casado y su esposa estaba embarazada, de tal manera que pensaron que era el mejor momento para este cambio e iniciar de cero en un estado nuevo. Fletes El Rojo era una realidad. 

La oferta fue real y en muy poco tiempo logró pagar el camión al tiempo que obtenía buenos dividendos para construir su casa e ir ahorrando para el futuro, pero se dio cuenta de que podía seguir invirtiendo y así fue como se animó con un segundo tractocamión, pues había mucho trabajo. 

Eso fue hace más de 20 años, cuando Julián era muy joven y el resto de su vida estaba delante de él, así que tomó su destino en las manos y construyó esta historia que siempre habría de recordarle su origen, su familia y hasta las burlas de la infancia, pues ahora él había cambiado el significado de ese apodo. 

Aunque Fletes El Rojo tuvo un pequeño bache en 2008 con los temas del financiamiento, la responsabilidad con el dinero, con las personas y con la operación le permitieron soportar el golpe, y no sólo eso, sino que crecieron después de la crisis. 

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Ya con la pandemia del Covid-19, el panorama era distintos, pues habían diversificado su operación y aunque resintieron un poco, la robusta estructura de la compañía también permitió aprovechar las oportunidades, principalmente en el traslado de bienes de consumo.

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