Al igual que pasa en otras historias, el caso de Lily Daniela Leal Romo tiene su origen en un vehículo de transporte, pues su padre y su abuelo se dedicaron muchos años al servicio público urbano, y después al turístico. Su familia tiene diésel en las venas. 

Cuando era niña, junto con su hermana, se la pasaban viendo cómo sus padres trabajaban todo el tiempo con tal de proveer lo necesario al hogar. Inconscientemente, fueron aprendiendo el valor del trabajo para poder brindar bienestar a la familia. Así lo han visto siempre.

Era muy joven cuando ella, su madre y su hermana tuvieron que hacerse cargo de la empresa que habían heredado tras la muerte de su padre; aquel inicio no fue fácil. Su vida está en Torreón, Coahuila, y ahí han reinventado esta historia.

En aquel naciente 2006, el primer reto al que se enfrentó Lily fue asumir esta responsabilidad a los 19 años de edad, sin la experiencia, sin el conocimiento y sin la preparación adecuados, así que no tuvo más opción que entrarle al toro por los cuernos, es decir, aprender de todo, preguntar y resolver.

Ya después, vino convencer a las personas de que el proyecto continuaba, pues hubo cierta incertidumbre sobre su futuro. En efecto, ahora las administradoras no tenían el conocimiento del fundador, pero se comprometieron con sus colaboradores y, juntos, todos salieron adelante. 

“Además de ser mujer, era muy joven, y no sólo eso, sino que éramos tres mujeres. Y pues primero, debíamos convencernos de que sí podíamos porque sí queríamos. Ya después vinieron más retos y obstáculos, pero estuvimos seguras de que lo íbamos a lograr”, afirmó. 

En entrevista para TyT, Leal Romo señaló que lo mismo pasó con clientes y proveedores, acostumbrados a tratar con su padre, y que ahora no estaban del todo seguros de si esto podría seguir funcionando; pero el trabajo, el empeño y la disciplina fueron las claves. 

“También descubrí que tenía facilidad para las ventas y el servicio, de modo que cuando me toca atender a un cliente, le hago saber que estaré con él en todo momento. No de manera física, pero sí al pendiente de cualquier tema que surja durante el servicio. Y eso también fue muy importante para demostrar que no es un asunto de género o edad, sino de pasión, convencimiento y mucho trabajo”, precisó. 

Hubo clientes que se fueron de inmediato y algunos otros que, al menos, le dieron el beneficio de la duda. Lily recuerda una anécdota en la que uno de esos usuarios que no creyeron en la empresa en aquella transición, regresó 15 años después y la felicitó no sólo por haberlo logrado, sino porque habían crecido y consolidado la herencia de su padre. 

Y así fue como llegó a la Asociación Nacional de Transportadoras Turísticas (ANTT), un organismo de colegas que siempre había sido presidido por un hombre, y que en 2024 sus miembros la eligieron para liderarla. 

“Llegar aquí no ha sido fácil; me ha tocado lidiar con otros transportistas que se cambian de mesa porque soy mujer, o con proveedores que me veían en una expo y preguntaban que si a poco podía comprar un autobús o una van: daban por hecho que eso era de hombres.

Te recomendamos: Fue un gran reto que los operadores me tomaran en serio: Jovita Soto

“Pero igual hay que ir picando piedra, pues no hay más que tu trabajo hable por ti. Y, claro, hay quienes no tienen esa oportunidad, pero este camino fue transitado antes por otras mujeres, y ahora nos toca a nosotras darles mayor cabida, más voz y roles cada vez más importantes”, añadió.

Por último, la Presidenta de la ANTT envía un mensaje para que todas las mujeres interesadas en sumarse a esta industria sepan que es un lugar en el que sí hay oportunidades, y cada vez construyen más herramientas para la inclusión y la equidad, que sí falta mucho por hacer, pero que también hay logros importantes. “Y eso no se detendrá”, finalizó. 

Te invitamos a escuchar el episodio más reciente de nuestro podcast Ruta TyT: