Ya hemos comentado en ediciones anteriores la importancia de la movilidad sostenible, con un enfoque relevante en el medio ambiente. Sin embargo, dentro de cualquier estrategia de movilidad, la seguridad vial debe ser la variable más importante antes de considerar la sustentabilidad. 

Si la movilidad no es segura, aun si es sustentable, lo más probable es que tampoco vaya a ser sostenible a lo largo del tiempo. Es por ello que debemos comprender la seguridad vial como un pilar fundamental dentro del concepto más amplio de movilidad, asegurando que todas las acciones orientadas a la sustentabilidad sean viables y perdurables.

Tanto la seguridad vial como el cuidado del medio ambiente contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas e, incluso, pueden salvar vidas. No obstante, la seguridad vial debe tener prioridad, ya que se trata de un problema más complejo que involucra múltiples factores, como infraestructura, educación vial, normativas y tecnología en los vehículos. 

Ignorar este aspecto es poner en riesgo a los usuarios de la vía, ya que una movilidad que no garantice la integridad física de las personas no puede considerarse eficiente ni sostenible.

Matriz de Haddon

Para organizar mejor el análisis de la seguridad vial, se puede recurrir a la Matriz de Haddon, un modelo que permite estructurar los factores de riesgo y sus posibles intervenciones. 

Este enfoque clasifica los eventos en tres fases: preevento, evento y postevento, y los factores que influyen en los incidentes en tres categorías principales: vehículo, factor humano y entorno

Por ejemplo, en la intersección del factor humano y preevento, se pueden considerar aspectos como el tiempo de reacción del conductor o si había consumido alcohol antes de manejar. La fatiga y la distracción también juegan un papel importante, ya que afectan directamente la capacidad de respuesta de los conductores. 

En la intersección del evento y el vehículo, se podría analizar la falla de las bolsas de aire o los cinturones de seguridad. Además, es fundamental evaluar aspectos como el mantenimiento de los frenos y neumáticos, que pueden ser la diferencia entre evitar un accidente o sufrir una colisión grave. 

Finalmente, en la intersección del postevento y el entorno, se puede evaluar la rapidez con la que los servicios de emergencia llegan al lugar del accidente, la existencia de señalización adecuada para desviar el tránsito o la disponibilidad de centros de atención médica cercanos.

A la acción en pro de la seguridad vial

Comprender y abordar estos factores de manera integral es clave para reducir los accidentes y mejorar la seguridad en las vías. Esto implica un esfuerzo conjunto entre Gobiernos, fabricantes de vehículos, urbanistas y los propios conductores, quienes deben asumir su rol en la prevención de incidentes. 

La educación vial desde temprana edad es un elemento esencial para inculcar hábitos responsables y fomentar una cultura de respeto en las carreteras. 

Además, la implementación de tecnologías avanzadas, como sistemas de asistencia a la conducción y monitoreo en tiempo real de la infraestructura vial, puede marcar una diferencia significativa en la reducción de siniestros.

Sólo cuando la seguridad vial esté garantizada, se podrá construir un modelo de movilidad verdaderamente sostenible. Sin una base sólida en seguridad, cualquier iniciativa de movilidad sustentable carecerá de continuidad y viabilidad a largo plazo. 

La movilidad sostenible no sólo debe ser ecológica, sino también segura para todos los usuarios de la vía. 

Esto nos obliga a repensar la movilidad desde un enfoque integral, donde la seguridad, la eficiencia y el respeto al medio ambiente coexistan en equilibrio para garantizar el bienestar de todos.

Miguel Elizalde
Experto en Movilidad Sostenible
Redes @MELIZALDEL
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