César lleva ya más de 2,000 kilómetros recorridos. Salió de Monterrey y está por llegar a Mérida, pero un incidente lo hace detenerse. No es la primera vez que le pasa esto a los operadores.
Aunque observa los cables de luz más abajo de lo normal, él calcula que sí libra el obstáculo y echa a andar su camión, justo en la esquina que debe girar hacia la izquierda.
A media vuelta siente que se atora y aunque intenta avanzar un poco más, la gente de afuera le chifla y le hace señas para que se detenga. Él ya lo sabe, pero da un último jalón, a ver si la libra. No sucede.
El tractocamión se queda atrapado como mosca en telaraña. Los cables de luz quedaron intrincados y ahora ya tampoco se puede echar en reversa, pues avanzó demasiado.
En cuanto llega un policía de Tránsito, César se echa a llorar; no es un llanto común, pues visiblemente no fue un incidente mayor, no hay víctimas y quizá lo peor sea que entregará su carga un poco más tarde.
Pero en ese momento su mente no piensa en otra cosa más que en su hijo, enfermo en un hospital. Piensa que esta mala maniobra le puede costar el trabajo, justo ahora que tanto lo necesita.
Una persona que estaba de curiosa llega con su teléfono grabando la escena y también intenta calmarlo. Le dice, pues, que se esté tranquilo, que no pasó a mayores, que incluso las autoridades estarán ahí para auxiliarlo.
A César se le escurren las lágrimas, los mocos y la preocupación por este trabajo que tanto le costó obtener; es joven y su cuerpo luce fuerte, pero estando ahí, parece un niño, indefenso, desprotegido; su llanto desolador y su preocupación es genuina.
El trámite es como debe ser y cuando el operador al fin se comunica con la empresa en la que trabaja, también le dicen que no se preocupe, que todo estará bien, que no hay algo que lamentar y que ellos se comunicarían con cliente para avisar que la carga llegará con demora.
César vuelve en sí y ahora llama a su esposa. Su hijo va mejor y él está más tranquilo. De hecho en las redes sociales su caso se hace viral y recibe todo tipo de muestras de apoyo. Hay incluso quien le mandó dinero para cualquier cosa.
La empresa que lo emplea emite un comunicado para informar que César está bien, que su trabajo no está en riesgo y también para agradecer que se hayan preocupado por él.
Expresa, además, la importancia de cuidar a sus operadores no sólo en las horas de conducción, sino también en temas físicos, psicológicos y emocionales.
Ofrecer atención médica y seguimientos conductuales también repercute en su bienestar y, a la larga, en su rendimiento laboral. Además de un salario digno y competitivo, los operadores también valoran mucho a una empresa que se preocupa por ellos.
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Como el caso de César, que incluso publicó un video para avisar que ya estaba mejor y que ahora le echaría más ganas, por él, por su familia y también por su empresa, que seguirá, al igual que nosotros, Al Lado del Camino.
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