Ricardo no ha recibido la contraseña para pasar el huachicol fiscal. Justo antes de llegar al retén de Castaños debe orillarse y esperar a que le envíen la información. Apaga su tractocamión y revisa sus redes sociales después de actualizar su estado en el radio. 

Cerca de cincuenta minutos después le llega el mensaje con la contraseña que debe ahora compartir con las autoridades responsables de la revisión. 

Esta mañana llegó a Piedras Negras para cargar combustible, aunque él lleva equipo especializado para trasladar gas. No es la primera vez que le pueden cargar algo distinto a lo que se supone que debe llevar, sobre todo en el segmento de materiales peligrosos.

La empresa para la que este conductor trabaja lleva ya muchos años haciendo este tipo de servicios. El cliente les pide 10 fulles, por ejemplo, con equipo aliado que pueda llevar gasolina o diésel, y listo. 

Llegan a la frontera y cargan el huachicol fiscal, llamado así porque su internación al país es ilegal, pues sus cartas de pedimento dicen que llevan otros productos que no pagan impuestos y eso hace de esto algo tan rentable, pues los dueños de esos combustibles los comercializan como si hubieran pagado su legal introducción al mercado.

El tema del huachicol fiscal tomó auge con la reforma energética, y es que las empresas autorizadas para importar y comercializar combustibles se dieron cuenta de que podían introducirlos aparentando ser otros. 

Una vez que Ricardo llega al punto de inspección y ofrece la contraseña, válida únicamente en Coahuila, las autoridades le piden que espere más adelante, ya que aún faltan algunos otros fulles que comparten su situación y que sería mejor que lleguen juntos al siguiente punto.

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Es viernes por la tarde y él sabe que llegará el lunes a la Ciudad de México. Incluso en su trabajo todos saben que así funciona. El dinero que se ahorra el cliente con el tema de los impuestos lo “invierte” en los acuerdos con las autoridades y en ofertar un mejor precio para sus proveedores de transporte que deben dedicar algunas de sus unidades que, en el mejor de los casos, hacen dos viajes por semana. 

Y aunque los operadores se dan cuenta de cada situación, para ellos lo más común es hacer caso omiso, pues nada se puede hacer, salvo esperar a que les llegue la nueva contraseña para que les den luz verde y pasar con su huachicol fiscal, para continuar, al igual que nosotros, Al Lado del Camino. 

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