Desde el inicio de la administración Trump, el tema de los aranceles ha sido una constante en la agenda económica y comercial de Estados Unidos. Actualmente, existen aranceles sobre el acero y el aluminio, y para el resto de los productos en general, un 25 por ciento.
Posteriormente, se logró una excepción para aquellos que cumplen con las reglas del T-MEC (excepto acero y aluminio), cuyo plazo está programado para vencer el 2 de abril. Aún persiste la posibilidad de que estos aranceles aumenten en reciprocidad o que se amplíen a industrias específicas.
Para cuando estas líneas sean leídas en los primeros días de abril, ya se conocerán las condiciones en las que México podrá continuar exportando a Estados Unidos. Es posible que los aranceles hayan sido implementados, que la excepción se haya extendido o que se haya alcanzado un acuerdo que minimice las afectaciones comerciales.
Si las condiciones cambian…
La estrategia de México debería centrarse en mantener la excepción de aranceles para los productos que cumplen con las reglas del T-MEC. En el caso de los vehículos de carga, esto implica cumplir con un 70% de acero y aluminio de la región, un 70% de Valor de Contenido Regional para 2027 y un 45% de Contenido Laboral, además de otros requisitos para autopartes.
No obstante, las empresas que han seguido otros esquemas de cumplimiento podrían verse afectadas si las condiciones cambian este mes.
Más allá de la aplicación o no de los aranceles, la incertidumbre en torno a este tema ya está generando efectos negativos en la industria automotriz y del autotransporte.
El comercio automotriz en Norteamérica ha crecido de manera constante en las últimas décadas, con inversiones en México, Estados Unidos y Canadá.
Sin embargo, la falta de certeza sobre el panorama arancelario ha frenado nuevas inversiones en algunas plantas de manufactura, retrasando la generación de empleo y el crecimiento de infraestructura industrial.
Autotransporte ante aranceles
Las empresas necesitan estabilidad para planificar su desarrollo, y la posibilidad de aranceles está pausando muchas decisiones estratégicas.
El impacto no se limitaría únicamente al sector automotriz, sino que también afectaría al autotransporte.
Una disminución en las exportaciones de vehículos implicaría menos traslados de unidades terminadas, así como una reducción en el movimiento de autopartes que abastecen a las plantas de ensamblaje.
Esto golpearía directamente a los transportistas mexicanos, quienes verían reducida su carga de trabajo y, en consecuencia, tendrían menos incentivos para renovar sus flotas.
Esta falta de inversión en nuevas unidades afectaría tanto la modernización del transporte como la eficiencia logística en el país, generando un ciclo negativo con efectos a largo plazo.
Estrategia
Ante esta situación, podría parecer que México no está tomando medidas contundentes para contrarrestar el impacto de los aranceles. Sin embargo, la experiencia de Canadá demuestra que responder con medidas similares podría no ser la mejor estrategia.
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En lugar de entrar en una escalada de tarifas, el Gobierno mexicano ha optado por negociar con Estados Unidos en áreas de cooperación más allá del comercio. Washington busca una mayor colaboración de México en temas migratorios y de seguridad a cambio de evitar el aumento de aranceles. Esto le da a México un margen de negociación sin comprometer su estabilidad económica.
Una cuestión clave es evaluar qué tan sostenible es la estrategia de Estados Unidos de presionar a México constantemente con la amenaza de aranceles. Además, resulta relevante analizar hasta qué punto esta incertidumbre es viable para los propios actores políticos y económicos estadounidenses, ya que también inhibe inversiones y decisiones en su propio país.
Si las concesiones no arancelarias que haga México benefician a la región, se podría considerar que la negociación es positiva para ambas naciones. Este enfoque evitaría caer en disputas de orgullo o nacionalismo que podrían perjudicar a la sociedad.
En un mundo interconectado, el diálogo y la cooperación son esenciales para garantizar el crecimiento económico y la estabilidad de Norteamérica. La clave está en encontrar soluciones que equilibren los intereses comerciales y geopolíticos, asegurando que las decisiones tomadas favorezcan la prosperidad compartida.
Miguel Elizalde
Experto en Movilidad Sostenible
Redes @MELIZALDEL
me@mobilitysustainable.com
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