Cuando Félix Rubén Gamboa Pedroza (10-28 “El Chuntarillo”) tenía cinco años, su padre lo sentaba en sus piernas para que tomara el volante del tracto y pudieran girarlo juntos. 

En ese rincón de la memoria vive el recuerdo más lejano y, sin duda, uno de los más preciados para este joven operador que ahora trabaja para Auto Express Nor y Caribe, de Grupo Zinergia. 

Toda su infancia viajó con su padre, el mejor trailero que ha conocido. Y no sólo eso, sino que siempre le preguntó, le ayudó, le decía que de grande quería ser como él, pero su padre, que además es su tocayo de nombre y de 10-28, le pidió que primero terminara la preparatoria. 

Así que Félix, apodado “El Chuntarillo” porque su padre es “El Chúntaro”, hizo caso y terminó la educación media superior, sin problemas, pero sí con prisa porque ya le andaba para subirse al camión. 

Ya entre su padre y unos amigos le ayudaron a conseguir empleo, pues estaba más que listo. 

Una vez que tuvo estabilidad decidió casarse y empezar a prepararse para cuando tuviera la oportunidad de ser padre, y aunque no ha sucedido, disfruta mucho su matrimonio y se esfuerza para construir una buena calidad de vida. 

Tal como lo dijo, todo lo que “El Chuntarillo” sabe de transporte se lo debe a su padre, pero en realidad, ser operador se lo debe también a su madre, pues ella siempre estuvo muy cerca para atender y resolver cualquier tema que él requiriera. 

Además del propio tractocamión, lo que más le gusta de su trabajo es la carretera, la posibilidad de conocer muchos lugares y disfrutarlos; conocer sus comidas, sus tradiciones, a sus personas, y siempre volver a casa, en Guadalupe, Nuevo León. 

Le gusta mucho la ruta del noroeste, aunque siempre acepta un viaje hacia un lugar nuevo, al que tiene ganas de ir, sin embargo, en el sentido inverso, lo más difícil de su trabajo es la soledad del camino, pues hay veces en las que sí pasa mucho tiempo fuera de casa. 

Aunque está la radio y en ocasiones habla por teléfono con su familia, no lo mismo y la falta de ver a los ojos a su esposa o estrechar la mano de su madre, de sus amigos, siempre pueden ser un tema por superar, pero “El Chuntarillo” es joven, y a sus 25 años sabe que para esto nació y siempre podrá hacerlo mejor. 

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Su padre ya se fue a Estados Unidos, como operador B1, y aunque de momento él no quiere seguir sus pasos, tampoco lo descarta en un futuro; mientras, continúa disfrutando su viaje de este lado de la frontera.

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