Anualmente, la industria del autotransporte moviliza 552 millones de toneladas de productos, pero tiene pérdidas económicas por más de 92,000 millones de pesos, derivadas del robo de unidades y mercancía.
El riesgo de sufrir un atraco aumenta potencialmente cuando los transportistas, sin saberlo, dejan la protección de sus traslados en manos de empresas de seguridad privada irregulares que ofrecen servicios aparentemente económicos, pero que resultan ser ineficientes y, por ende, carecen de la logística necesaria para enfrentar y prever las diversas situaciones delictivas que se presentan en las carreteras del país.
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Dado su desconocimiento y falta de experiencia, estas empresas “patito” no consideran las verdaderas situaciones que los delincuentes aprovechan para concretar sus planes.
Supongamos que un transportista contrata a una de las 3,000 compañías de seguridad que operan de forma irregular en el país y requiere realizar un traslado de mercancía de Quintana Roo a Veracruz, por ejemplo. El empresario se sentirá tranquilo porque su unidad estará custodiada, rastreada por GPS y además contará con el supuesto anti-jammer para que, en caso de asalto, los delincuentes no puedan deshabilitar la señal. Así le han vendido el servicio, por lo que él estará muy satisfecho al saber en todo momento dónde se encuentra el vehículo y poder actuar en caso de alguna eventualidad.
Lo que él desconoce es que el “anti-jammer” no existe. Simplemente es una alerta que se activa al detectar el bloqueo de señal, pero no lo impide. En ese momento deja de transmitir la ubicación y punto. Así que toda esa falsa sensación de seguridad se desvanece al instante. Lo importante son los protocolos a seguir en caso de que una situación así se presente, y esto es lo que distingue a una compañía de calidad de otra que solo lo aparenta.
Las empresas “patito”, por su inherente inexperiencia, aumentan potencialmente el riesgo de que las flotas sean presa fácil de la delincuencia organizada, lo que además de generarles pérdidas millonarias, repercute también negativamente en otros aspectos. Por ejemplo, provocan paros de líneas de producción, incremento de precios, retrasos en entregas de mercancías, multas por parte de los clientes, pero, sobre todo, afectan severamente la competitividad y hasta la reputación del transportista.
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Si consideramos que 50% de los robos están direccionados, es decir, que el grupo delictivo conoce desde el tipo de mercancía que se traslada hasta la ruta que seguirá la unidad, entenderemos que para prevenir un incidente, no basta con instalar videocámaras o un detector de jammer en el vehículo, sino que antes de planificar los despachos, se debe buscar el respaldo de una empresa de seguridad privada profesional y experimentada que ofrezca servicios integrales, es decir, que incluya no solo tecnología, sino un trabajo de logística y asesoramiento de acuerdo a las necesidades particulares del transportista.