Juan Felipe y Juan Luis Cortés eran primos, pero parecían hermanos; nacieron en la casa familiar en los límites de Querétaro y el Estado de México y todo compartieron desde siempre. Se puede decir que estaban destinados a crear Fletes San Juan. 

No sólo tenían abuelos y tíos en común, sino que también los amigos, las maestras, la catequista y un par de novias habían sido su común denominador. Casi todo lo habían experimentado juntos.

Ya entrados en la adolescencia, ambos incursionaron en la agricultura con su abuelo, pues preferían eso que irse al taller mecánico con sus padres, que esos sí eran hermanos. Les gustaba más la libertad del campo que la engrasada jornada arreglando todo tipo de vehículos. 

Alternaron la preparatoria con el trajín de la tierra y eso fue lo que los llevó a vislumbrar lo que se convertiría en un gran proyecto para el presente y, sobre todo, para el futuro: Fletes San Juan.

Su abuelo tenía un par de camiones viejos, que servían para llevar la cosecha al mercado del pueblo y a las tiendas que habían de camino; tenía dos choferes que habían estado ahí toda la vida, y fueron esos dos nietos los que se ofrecían a acompañarlos para darse una vuelta y también aprender a manejarlos. 

Apenas tenían 15 años cuando ya sabían mover los camiones y hasta un par de veces ya habían hecho el viaje al centro del pueblo, todo sin incidentes. Y en realidad así fue como nació Fletes San Juan. 

Cuando ya tenían 19 años se sintieron algo así como aburridos porque la vida se repetía. No tenían oportunidad de ir a la universidad ni tenían necesidad de buscar un trabajo distinto, pues para sus contextos, lo que hacían estaba bien, pero aun así, se sentían aburridos. 

Fue un viernes cuando les tocó ir al pueblo a llevar frutas, verduras y algunos encargos cuando se quedaron un rato por allá y un señor les dijo que si estaban disponibles, que estaba necesitando carros para traer mercancías de la Ciudad de México, que si no les interesaba el trabajo. 

Juan Felipe, que si bien era menor que su primo por apenas diez días siempre jugó las veces del mayor, le dijo al hombre que sí podían darle servicio, pero que tendría que pagar tal cantidad. El otro no dudó  les dijo que sí, que si podían empezar mañana. 

-¿En sábado?

-Pos, pa’luego es tarde.

-Hecho

-Hecho, pues 

Y así como ambos primos volvieron al día siguiente para recibir indicaciones y hasta hicieron dos viajes entre San Juan Del Tío y la Ciudad de México, en distintas bodegas y Centros de Distribución, con el camión a tope. Los primeros viajes no oficiales de Fletes San Juan.

No conocían ellos sobre la normativa ni los límites de peso, así que metieron todo lo que cupo en sus cajas. Por suerte no los detuvieron ni nada, pero ese aprendizaje vendría después. 

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El crecimiento de la empresa fue exponencial y muy rápido compraron camiones más grandes, contrataron a vecinos y familiares para la operación y también a sus esposas para el área administrativa. 

Lo de Fletes San Juan se dio porque así le decían a su abuelo, como el pueblo y como todos los hombres de la familia, todos tenían el mismo nombre y algún otro. No se metieron en problemas. 

Para el presente, la empresa se a consolidado con procesos robustos, profesionalización en la estructura y la participación de la siguiente generación en todas las áreas. Los hermanos fundadores ya están dejando la batuta y están satisfechos con lo logrado.

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