Apenas pasa la frontera entre Puebla y el Estado de México, José va más preocupado por las patrullas que por los falsos retenes o las camionetas pick up utilizadas para el atraco. En todo caso, se va cuidando de más. Avanza despacio, prudente y se encomienda para no encontrar una patrulla.
Pero parece que la invocó, pues apenas unos pocos kilómetros adelante un uniformado afuera de un vehículo oficial del Estado de México le indica que se detenga. No tiene otra opción, así que se orilla y se baja del tractocamión.
Uno de los policías estatales se identifica y le explica que es una revisión de rutina, que por favor le enseñe sus papeles y toda la documentación de la carga. José ya se la sabe, así que les entrega todo, pues está en regla y más bien está esperando qué le van a inventar.
En efecto, luego de confirmar que los papeles están en regla, el otro uniformado le pregunta que a dónde iba, que si no sirven sus direccionales, porque no las había prendido allá atrás para rebasar.
-Ustedes están acá adelante, cómo pudieron ver si las prendí o no. Y claro que las prendí, de hecho ahí están las intermitentes, todos los focos funcionan al cien.
-Pues sí, pero las acabas de prender. Además no tienes permiso de conectividad.
-Pues no lo necesito para circular por aquí, así que si no tienen algo más creíble, debo entregar esta carga.
-De aquí no te vas hasta que nosotros digamos. Y ya verás cómo sí te encontramos algo. ¿Tomaste pericos o algo más fuerte?
José se ríe y les pide que le devuelvan los papeles, que por favor lo dejen así. “No es necesario que hagan esto, no encontrarán nada y no les daré ni 50 pesos, ni veinte”.
Los policías se voltean a ver como aceptando una especie de desafío. Y como no le entregan sus papeles, José saca su teléfono y empieza a grabar y a narrar lo que está sucediendo.
-¿Estás grabando?
José continúa en lo suyo y casi por arte de magia, el segundo uniformado se pone serio y le dice al operador:
“Pues todo está en regla, amigo, así que aquí están sus papeles y que tenga buen camino. Vámonos, colega”, termina diciendo a su compañero.
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José no se ensañó, así que les agradeció y bajó su teléfono. No estaba grabando, pero pensó que con eso bastaría. Y así fue. Continuó para seguir viviendo historias, al igual que nosotros, Al Lado del Camino.