Aunque desde niño sintió un gran gusto por los camiones y tractocamiones, Adrián Espinosa Samaniego tuvo que esperar a cumplir 20 años para subirse a uno de manera profesional, y se convirtió en operador por la necesidad de ganar más dinero. 

Pero no fue poca cosa, ya que a esa edad se subió al tractocamión para ganar el doble de lo que venía percibiendo haciendo otra cosa, de tal manera que se trató de un salto realmente significativo en sus ingresos. 

Aunque nació en Sinaloa, creció en Tijuana y ahí hizo su vida. Ahí creció, conoció a su esposa y también ahí nacieron sus hijos. Actualmente tiene 38 años y disfruta mucho de su trabajo. 

El sobrenombre de “Rayo McQueen” le vino de un colega que quiso molestarlo porque dormía mucho, justo como el protagonista de aquella película infantil, aunque también le gusta pensar que es porque maneja bien y rápido. 

Incluso sus hijos también lo reconocen con ese 10-28 y a ellos también les gustan los camiones, su hija tiene 16 años y su hijo 8, y aunque seguido piensa en que tal vez quieran seguir sus pasos, él preferiría que lo hicieran en Estados Unidos, pues las carreteras en México cada vez son más inseguras. 

Actualmente “El Rayo McQueen” trabaja para una empresa tijuanense llamada Frutas y Verduras San Miguel y está dedicado al cruce en la frontera con entregas en Estados Unidos. 

Y aunque ha recorrido las carreteras nacionales, sabe que al norte de la frontera es más seguro, y es por eso que considera que, de ser el caso, a sus hijos les iría mejor allá, considerando que también existen riesgos, retos y obstáculos. 

Lo importante, aclara, es que tengan vocación de servicio, pues en el caso de Adrián, para él lo más importante de este trabajo es proveer, justo como lo hace en su casa y lleva el sustento, su función en la vida es proveer de insumos y mercancías a toda la sociedad. 

Por supuesto le gusta la carretera y el dinero le alcanza para mantener a su familia, pero más allá de eso está “la magia” de llevar lo que se requiere para producir, consumir o intercambiar bienes entre unos y otros. 

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Todo esto se hace en camión y él maneja uno, de tal manera que si pudiera volver a elegir, seguramente escogería ser operador, pues nunca se aburre y si bien implica retos y sacrificios, también conlleva satisfacciones.

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