Gabriel está por llegar a la caseta la Esperanza, en Puebla. Lleva ya más de cinco años manejando entre la Ciudad de México y Veracruz. Lleva las dos manos al volante y su vista se pierde al frente en la fila de coches que bajan la velocidad mucho antes de llegar a la plaza de cobro.
Él tiene que hacer lo propio así que baja las marchas de la transmisión y se alista para hacer fila más tiempo del que parecía. En eso estaba cuando observa que, de la nada, un vehículo viene en sentido contrario y le dice algo a los autos que va dejando atrás.
Se asoma por la ventana para ver si alcanzaba a escuchar y la única palabra audible fue “robando”. Detiene el camión por completo y se baja para preguntar a los a los conductores de adelante y le confirman que aquel coche que ya no se ve les dijo que ahí en la caseta están robando.
¿Cómo? ¿Robando así a todos, un retén, una banda? No saben más, pero al parecer es un robo colectivo. Ninguno que pase por ahí se salva. Gabriel ya no alcanza a maniobrar su tracto con la caja de 53 pies, así que cuando los enmascarados llegan a donde está él, no tuvo más remedio que darles su teléfono y 300 pesos en efectivo. No traía más.
Al ser un paso casi obligado para los transportistas que van del centro del país al sureste mexicano, Puebla se ha convertido en un estado de alto riesgo en términos de seguridad, ya que los robos están a la orden del día.
Y el problema, lejos de disminuir, sigue creciendo, ya que de acuerdo con Felipe García, vicepresidente regional de la Confederación Nacional de Transportistas Mexicanos (Conatram), específicamente en Puebla se trata de una actividad impune, pues las autoridades hacen poco o nada al respecto.
En entrevista para TyT, el representante de la Conatram en la región señaló que hace apenas unos años, en el estado había uno o dos puntos de conflicto en toda la entidad, pero en la actualidad ya es todo el estado en el que sin más se roban los camiones, las mercancías y en muchos casos también secuestran al operador.
Para ejemplificarlo, el entrevistado refiere que si alguien pone una zapatería y vende mucho, es problable que su vecino también ponga una, y si ambos siguen vendiendo mucho, habrá un tercer o cuarto emprendedor que se sume a este nicho generoso. Pues lo mismo con la delincuencia.
“Antes eran pocos los que se dedicaban al robo en Puebla, ya que es mucho riesgo, pero ahora, al ver que no les hacen nada y que es muy lucrativo, pues cada vez son más las personas que arman sus grupos y ya se pelean las plazas o los tramos carreteros. Es por eso que nuestro estado ya está todo de color rojo, por los riesgos”, señala.
El gran problema, afirma, es que las autoridades se lavan las manos, pues siempre argumentan que tal tramo es federal o que aquella otra carretera es estatal y más bien se “echan la bolita”.
En cambio, para infraccionar ahí sí aparecen y hasta se pelean la jurisprudencia, de tal suerte que en materia de seguridad no sólo los transportistas, sino todos los usuarios, están a expensas de los amantes de lo ajeno.
“En los 217 municipios de Puebla ya existen grupos que se dedican a esto y pues los resultados en seguridad ahí están, o más bien ahí está su ausencia, y por mucho que digan que es un tema de capacitación o de infraestructura, la verdad y lo más triste es que muchas veces las autoridades ya están coludidas con estos grupos”, agrega Felipe García.
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Y, aunque no es solución, muchas flotas han optado por evitar estas carreteras o de plano estas rutas en Puebla, ya que el riesgo es muy alto, pero la solución de fondo, se sabe, es que las autoridades de los tres órdenes de gobierno hagan su trabajo y lo hagan bien, porque, al menos en Puebla, esta situación ya es insostenible.