José Guadalupe López fue un niño inquieto, de esos que desarmaban sus juguetes para ver qué tenían adentro. Calculadoras, el control remoto, una licuadora vieja y prácticamente cualquier cosa que tuviera en las manos, él la abría para averiguar, y así fue como nació Autotransportes López.

Cuando apenas iba en la secundaria ya había desarmado el motor de un vocho que su padre tenía abandonado desde toda la vida. No sabía de mecánica, pero le gustaba aprender en la práctica, y uno de sus tíos era el que le explicaba cómo se hacía la combustión.

Justo cuando armaron ese vocho y lo echaron a andar, José aprendió a manejar y se daba sus vueltas con los amigos de la colonia, hasta que un día su padre le pidió que fuera a comprar unas cosas.

En ese momento, él tuvo la idea de dedicarse a hacer favores, siempre arriba de su vocho, y al principio llevaba pasaje o iba a comprar cosas para quien necesitara el servicio, y se fue haciendo de su dinerito y empezó a ahorrar. 

A los 15 años ya lo tenía bien decidido y tenía el dinero suficiente para adaptar su vocho y hacerlo un vehículo de carga: la vochoneta. No pensaba todavía en Autotransportes López, pues nunca dejó de estudiar y quería convertirse en ingeniero mecánico.

Le recomendaron un taller para hacer la transformación del vehículo y también estuvo ahí presente para ver cómo sucedía la metamorfosis. Le gustó mucho cómo quedó su herramienta de trabajo y, ahora sí, se iba a especializar en el transporte de carga. 

Prácticamente toda la preparatoria y la universidad se la pasó alternando sus viajes a la escuela y a la central de abasto para llevar y traer todo tipo de mercancías que le solicitaban los comerciantes de su colonia, en San Luis Potosí.

Cuando terminó la universidad se compró una segunda vochoneta y le dio trabajo a uno de sus amigos, pues habían decidido emprender con el negocio del transporte, pero ahora de tiempo completo.

Y así fue como nació formalmente Autotransportes López, con dos vochonetas y un par de jóvenes recién egresados de ingeniería. 

El negocio creció rápido y los vehículos ya no se daban abasto, así que tuvieron que venderlos para comprar unidades de mayor capacidad, primero una estaquitas, luego una de tres y media y después un rabón. 

Hasta que no quedó de otra que hacerse de camiones tipo torton y, al final, tractocamiones, pues Autotransportes López ya había trascendido las fronteras de su estado y ahora tenía viajes por todos lados.

Incluso ambos jóvenes tuvieron que bajarse del volante para dedicarse uno a la administración del negocio y el otro a la parte operativa.

Y aunque la empresa ha tenido sus altibajos, ellos siempre han sido responsables con las finanzas y con la administración, de tal manera que cualquier crisis o momento difícil ha sido superado con buen margen de maniobra.

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En la actualidad, Autotransportes López emplea a más de 50 personas y cuenta con un parque vehicular de 40 unidades, en su mayoría quinta rueda.

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