Pocas son las historias del autotransporte que se remontan a la primera mitad del siglo XX. Aquel México en vías de modernización, la expropiación petrolera y la segunda guerra mundial como contextos para imaginar la creación de una empresa como Fletes Esquer.
Cuando Federico Esquer Barreto dejó de trabajar para la Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, en Tecate, Baja California, pensó que sería buena idea cambiar de giro: en lugar de buscar otro empleo decidió generarse uno.
Así fue como compró un camión para dedicarse al comercio de sandías. Comprar en Tijuana y vender en Mexicali resultó una opción atractiva y así lo hizo. Al poco tiempo descubrió que podía incorporar más productos y así lo hizo.
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En eso estaba cuando la propia empresa cervecera le pidió apoyo para transportar sus productos. Don Federico aceptó y empezó a diversificar la operación: unos días seguía con su negocio y otros movía cerveza por toda la región.
De a poco, la operación de Cuauhtémoc Moctezuma se volvió más rentable y este emprendedor tuvo que dedicarse de lleno al transporte de cervezas. Con el tiempo supo que fue la mejor decisión.
Fletes Esquer empezó a crecer y con el tiempo ya tenía más rabones y torton. Recorría toda la Península de California y se afianzó como proveedor de Cuauhtémoc. Eran otros tiempos y prácticamente todo era tierra, sin carreteras, sin puentes, pura terracería.
Su hijo Alfonso recuerda que hacia finales de los años cincuenta, la cervecera le pidió a su papá que ahora operaran con tractocamiones, pues la demanda seguía subiendo.
Don Federico se asoció con unos colegas, para tener acceso a mejores financiamientos y adquirir vehículos y remolques de mayor capacidad. Así fue como ahora compraron los legendarios Ramírez y cajas de 32 pies.
Fueron años de bonanza, pues cada vez Fletes Esquer abarcaba más estados al norte del país. Un crecimiento importante y sostenido hasta que todo cambió.
Fue en los ochenta cuando su hijo Alfonso Esquer entró a trabajar a la empresa y la operación era distinta. Cuauhtémoc Moctezuma ya tenía flota propia y dejó de ocupar servicios de terceros.
Ahí se enfrentaron a uno de sus principales retos, pues tuvieron que buscar nuevos clientes. No fue fácil y fueron años de picar piedra, hasta que se toparon con la posibilidad de transportar productos de exportación, desde Ciudad de México y Guadalajara, principalmente.
Todo iba bien hasta que tuvieron serios problemas de inseguridad. Les robaron tres camiones en poco tiempo y eso, sin duda, comprometió mucho su operación.
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Otra de las decisiones importantes para Fletes Esquer fue dejar estas rutas y a estos clientes, pero prefirieron la seguridad. Para esa época ya todos los hijos de don Federico trabajaban con él y poco a poco empezaron a tener voz y voto.
Con base en Tijuana, ahora decidieron incursionar en Estados Unidos, no solo haciendo cruces, sino puerta a puerta. Abrieron una empresa en el país vecino y también fue un gran acierto. Primero en California y después en toda la frontera.
En la actualidad cuatro nietos de don Federico ya también forma parte de Fletes Esquer y están inyectando energía, nuevas ideas y visiones de vanguardia, para seguir consolidando el presente de una empresa octogenaria.