A pesar del enorme marco legal que rige el autotransporte y de las muchas iniciativas que buscan contrarrestar la violencia en las carreteras del país, transportistas coinciden en que el gran lastre para el sector son la inseguridad y la corrupción, pues se trata de temas que atentan contra la vida, el patrimonio y la rentabilidad del sector.
Un empresario del sureste nacional, que prefirió conservar el anonimato, señaló que si bien la inseguridad se vive distinto en Yucatán que en Guanajuato, por mencionar dos entidades, sin embargo, no se trata de hechos aislados, sino que forman parte de un todo que va gangrenando al transporte nacional.
“Ya sea con los efectos cucaracha, en los que la delincuencia huye a regiones vecinas cuando las autoridades sí hacen su trabajo, o cuando éstas mismas detectan más deficiencias en otros lugares, el problema no termina, sino que se va haciendo más grande, como una bola de nieve que se come todo”, señala.
Así se explica, dijo, que de pronto haya estados en los que antes no había gran actividad delincuencia, pero de un día para otro ya encabezan las listas de los lugares más peligrosos para el autotransporte.
En este sentido, otro transportista de carga argumentó que la falta de vigilancia está directamente relacionada con la corrupción, ya que no es secreto que las bandas del crimen organizado tienen control de las corporaciones policiacas, y no sólo en términos económicos, sino también de extorsión, amenazas y violencia.
“Cualquiera pensaría que la Guardia Nacional o que las policías estatales reciben dinero de los criminales a cambio de su complicidad o por no hacer su trabajo, pero la verdad es que no siempre es así, pues también es sabido que en muchas ocasiones, los uniformados son amenazadas, amedrentados o simplemente violentados”, añade.
La realidad no lo demuestra, pero tampoco es difícil de imaginar que las fuerzas de seguridad han sido rebasadas, y es por eso que las crecientes cifras de robos carreteros y otros crímenes no sólo no se detendrán, sino que seguirán creciendo.
Y como no todo se trata de criticar o señalar, ambos transportistas coinciden en que la corrupción puede ser contrarrestada con más y mejor capacitación para los uniformados, al mismo tiempo que ofrecerles mejores condiciones laborales, no sólo en lo económico, sino en el plan de carrera, prestaciones y estabilidad.
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Pero el tema de la violencia, ese sí no es tan fácil, ya que hay un reto enorme que va desde la educación, alimentación, oportunidades, crecimientos y descomposición social, pues tanta carencia también abona a que haya más jóvenes interesados en sumarse a las filas del crimen organizado.
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