Desde que Mario Salas Cruz, alias “El Chivo”, era niño, soñaba con conducir un camión, como su papá, uno de los tortoneros de la vieja escuela que aprendió a manejar en aquel otro México, en el que no había carreteras ni autopista, de cuando se hacía camino al andar, como dice la canción.

Y no sólo él, también sus cuatro hermanos querían ser como su padre, así que sólo sería cuestión de tiempo para verlos a todos, cada uno en su camión.

En el caso particular de Mario, cuando cumplió 21 años ya traía un tracto sencillo, pero no sin antes haber pasado por todo tipo de vehículo sobre ruedas: desde el tractor agrícola hasta el quinta rueda. 

Lo de “El Chivo”, cuenta que su hermano el mayor solía usar una barba sólo en el mentón, así que se ganó el 10-28 de “El Chivo Negro”, de tal manera que cuando sus hermanos se fueron incorporando al gremio, lo hicieron adoptando el mismo mote.

Así fue como todos ahora se apodan “El Chivo”. Son originarios de Córdoba, Veracruz, una ciudad con larga tradición de transportistas que para los hermanos Salas ha sido la mejor manera de salir adelante y construir un mejor futuro para sus familias.

Veintenueve años después, “El Chivo” considera que lo más improtante de esta aventura y lo que más le gusta de su trabajo es conocer lugares y haber logrado un equilibrio entre su vida laboral y personal.

En sentido opuesto, lo más difícil es la inseguridad, ya que cada vez resulta más peligroso andar en las carreteras, y esa es justa la razón por la que sus hijos ya no quisieron seguir sus pasos, aunque a él le hubiera gustado enseñarles el oficio. 

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