Aunque Noreste Express Intertransportes es una empresa de Tamaulipas, su historia comenzó muchos años atrás, en un remoto pueblo de Hidalgo, donde nació su fundador, Ernesto Ordaz, hijo de agricultores, oficio heredado por generaciones.
Ernesto cuenta que la tierra es el único destino para quienes nacen en ese lugar, a reserva, claro, de que salgan, de que sean desterrados y construyan una vida distinta, pues, además, las familias crecen y las frutas y verduras ya no alcanzaban para todos, así que eso hicieron varios pobladores, como él.
De hecho, cuando él salió de la secundaria ya no había posibilidad de seguir estudiando, principalmente por la falta de recursos y porque la tradición también dictaba que a los quince años, sobre todo los hombres, ya están en edad de ayudar con el arado, la siembra y la cosecha. Muy lejos estaba de pensar o imaginar en Noreste Express.
Aunque eran pobres, recuerda este empresario de transporte, sus memorias de aquella época son felices, pues estaba con su padre, quien le enseñó a manejar el tractor agrícola y a cosechar cada temporada, pero no duró mucho, pues de pronto el dinero ya no alcanzó, así que se empleó con otro poblador de la región que le dio a manejar un rabón.
Ahí aprendió a conducir un camión, a los 18 años, y también ahí llegaron sus primeros retos, ya que llevaba la cosecha de todos los vecinos para venderla en la Central de Abasto de la Ciudad de México.
Y no sólo por las maniobras, sino por la responsabilidad de ayudar a su pueblo con la principal actividad económica, y desde ese momento supo que esto era lo suyo: el volante, los caminos, la gente y la capacidad de hacer algo más allá de la tierra como la conocía.
Lo de crear una pequeña empresa llamada Noreste Express Intertransportes vendría años después, pues para su segundo empleo, en el que ya pudo conducir rabón y después tracto, su empleador resultó ser un gran amigo para toda la vida, ya que lo ayudó a crecer y a independizarse.
La idea de esa otra pequeña empresa era que el trabajo de ambos debería ser en beneficio también de los dos, de tal manera que siempre lo impulsó para que tuviera mejores condiciones laborales, más trabajo y mejor pagado.
Y no sólo eso, sino que con el paso del tiempo, Ernesto Ordaz vio que su patrón tenía un tracto ahí descompuesto, pero que seguro todavía podía servir un buen rato, así que le pidió que se lo vendiera, pues ya tenía mucho tiempo ahí arrumbado.
Así fue, este operador se convirtió en hombre-camión con una deuda para ir pagando un tractocamión descompuesto. Lo arregló con sus propias manos y una vez que podía rodar en buenas condiciones, lo vendió para ganar un poco más y hacerse de otro.
Y así fue como inició Noreste Express Intertransportes, ya cuando Ernesto radicaba en Reynosa, Tamaulipas y donde empezó a fincar su propia historia como dueño de un camión, luego de otro y así sucesivamente.
Siempre metiéndoles mano, arreglándolos tanto física como mecánicamente y teniendo una flota pequeña, pero funcionando al cien.
Al ser hombre-camión, considera que el gran reto al que se enfrenta todos los días es a competir con otras empresas con mayor capacidad y solvencia, pues históricamente, en este sector los clientes pagan 30, 60 ó hasta 90 días después de efectuado el servicio.
Para las pequeñas empresas esto es demasiado tiempo, ya que viven al día y no siempre tienen la flexibilidad ni resiliencia para soportar un crédito así, y muchas terminan cerrando operaciones.
Para él, la clave está sí en el servicio, pero también en la búsqueda de clientes que entiendan esta situación y paguen máximo una semana después, a fin de que los costos de operación no se conviertan en una pesadilla.
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Y sobre el futuro, Ernesto considera que mientras tenga fuerza y salud seguirá con Noreste Express Intertransportes; tres de sus hijos también se dedican al transporte, pero cada quien por su cuenta, ya que un legado que él les dio fue el esfuerzo y el trabajo, pues para personas como él, sólo el trabajo pudo sacarlo adelante.
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