En años recientes, el argumento del déficit de operadores para el autotransporte ha sido utilizado hasta el cansancio. De acuerdo con la International Road Transport Union (IRU), la cifra en México alcanza los 54,000 conductores, pero más allá del dato duro, lo cierto es que las empresas tienen detenidos camiones en sus patios.
A pesar de los valiosos esfuerzos para crear más semilleros de operadores, escuelas internas o cursos de capacitación aleatorios en todo el país, otra verdad es que la demanda supera a la oferta. Y el panorama no luce prometedor.
En este contexto, transportistas mexicanos comparten consejos, recomendaciones y sugerencias sobre cómo retener a un operador y mucho más, pues una de las principales necesidades en este renglón es que se sienta bien y trabaje mejor, mediante la creación de las condiciones precisas para que esto suceda.
Por un lado, premiar un buen desempeño pareciera la respuesta natural para incentivar a los conductores, y por otro, la penalización en caso contrario supondría el camino orgánico para una empresa de autotransporte, pero de acuerdo con estos testimonios, la situación no es maniquea y siempre requiere matices, pues entre el blanco y el negro, hay una inacabable escala de grises.
De esta manera, los especialistas consultados coinciden en la urgencia de fomentar mejores prácticas, por encima del premio o sanción, y no solo eso, sino desarrollar mejores planes o esquemas para lograrlo y conseguir, además, la lealtad de sus conductores.
Semáforos de conducta
Más allá de establecer un parámetro por cada elemento a evaluar, Transportes Especializados Orizabeños (TEOSA) desarrolló un semáforo de operadores, que permite identificar las áreas de oportunidad de sus colaboradores.
Su gerente general, José Gilibert Peña, explica que los incentivos o las reprimendas suceden cuando los conductores se “salen” de este semáforo, ya que el verde indica que todo está bien, el amarillo establece una advertencia y el rojo indica que algo está mal.
“Sí consideramos rendimientos, tiempos, actitudes, aptitudes, horas de manejo, antigüedad del empleo, opiniones del cliente y estado general del vehículo, además de tener comunicación directa con ellos para saber cómo están, cómo se sienten o si necesitan algo.
“Hay quienes se mantienen en el verde y pueden tener un bono, ya sea económico o de días libres, pero cuando es al revés y se mantienen en el rojo, estos incentivos desaparecen y, de ser necesario, habrá que hablar con ellos y notificarles que, si no mejoran, los beneficios se podrían acabar”.
La clave, advierte, está en mantener un diálogo constante y no esperar a que alguien se salga del semáforo, sobre todo si es en el extremo rojo, pues en muchos casos cuando esto es detectado, ya es demasiado tarde.
Ganar para ganar
Una forma de incentivar mejor a los operadores está basada en conocerlos y saber qué es lo que más valoran. Los bonos económicos funcionan, sin duda, pero no siempre lo hacen igual, y no necesariamente se traducen en mejoras para la operación. Es un premio, sí, pero no siempre es la mayor motivación.
Yvette Bazán, Directora General de YBM Logistics, señala que el sistema de compensaciones en su empresa es totalmente personalizado, ya que si el objetivo de reconocer el desempeño de sus operadores es motivarlos, la mejor forma para lograrlo es ofreciendo incentivos que funcionen mejor en cada caso.
“Además de bonos económicos, que funcionan más como metas que como premios, es importante saber si a un operador lo motiva más incentivarlo con tiempo, rutas, clientes o algún factor personal que valore más. Cuando llegas a ese punto y lo recompensas a tal nivel, su desempeño y compromiso se traducen en mejoras. Y eso es muy valioso, él gana para que la empresa gane”, asegura.
Y en el sentido opuesto, cuando ellos saben lo que pueden tener si consiguen metas asequibles, saben también lo que se podrían perder, de tal manera que existe una motivación natural para lograrlo. De estar en el lado opuesto, también hay que ser claros y establecer llamadas de atención, una o quizá dos, a fin de que no sigan ese camino.
Convivencia e integración
Más allá de pensar en premios o sanciones, para Transportes Rayo es mejor hablar de familia, pues en muchos casos el lugar de trabajo en eso se convierte para los operadores: en el espacio y en las personas con quienes conviven más tiempo en su día a día.
Es por eso que se establecen parámetros de conducta y desempeño, es decir, lo que está permitido y lo que no, lo deseable y lo mejorable, de tal manera que los conductores conocen bien el terreno seguro por el que pueden transitar, pero para no confundirlo con una zona de confort, se establece una ruta de mejora.
Cada caso es único y no compite con otro, al contrario. Hay que fomentar la convivencia y la integración, para que entre ellos se ayuden y se obtenga un bien común. Si un operador consigue ciertos resultados en un mes, sabe bien cuánto mejorar para el siguiente; pero tal vez no sabe cómo, de tal modo que tanto la empresa como sus colegas son quienes lo apoyan.
“No es fácil que se sientan en familia, pero sí es fácil ponerse en el lugar del otro, dar lo que recibes. Si llega uno nuevo y es tratado con hostilidad, es fácil saber cómo será su comportamiento. Por eso, ahí sí es sencillo imaginar lo contrario, y el reto está en ejecutarlo, ya que la cultura del sector ha fomentado malas prácticas en términos generales.
“Por eso los valores de la empresa están alineados con los de la familia: la unión, el apoyo y el respeto por cada miembro han sido fundamentales para que sepan que no compiten entre ellos. Más que fomentar la competencia, se busca el trabajo en equipo. Y los resultados nos han dado la razón”, asegura.
En lo que sí coinciden los entrevistados es en la parte de la sanción, pues desde el concepto, los operadores que trabajan con miedo a equivocarse para no ser sancionados, seguro lo harán, mientras que los que lo hacen para mejorar y ganar algún incentivo, harán lo propio.
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Es por eso que más que en penalizaciones se piensa en límites, llamadas de atención y, por supuesto, acciones o terrenos no permisibles. Y no son temas del otro mundo, sino cuestiones universales, como el respeto, el cumplimiento, la ética, la honradez, la disciplina. Quienes incumplan estos principios, seguramente podrían cambiar o tendrán que irse.