Las cuentas por cobrar son uno de los principales retos diarios de las empresas transportistas, ya que están impactan en el flujo de efectivo necesario para la operación y pueden resultar mortales para las finanzas de estos negocios si no se logran encontrar los mecanismos para no poner en riesgo el capital.
Mientras que los clientes del transporte buscan ampliar cada vez más los plazos de pago, que en algunos casos pueden alcanzar los 120 y hasta 150 días, los negocios del sector se ven obligados a buscar esquemas que les permitan seguir operando sin poner en riesgo su salud financiera, ya que estos periodos de tiempo tan exentos representan un desafío para su operación y de no tomar precauciones podrían «matar» a la empresa.
Ante situaciones de este tipo, en el que las cuentas por cobrar representan un gran desafío para la compañía, los expertos Ricardo Cortázar, socio fundador de la consultora InnoTran; y Max Revuelta, profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad La Salle; detallan tres acciones que las empresas pueden considerar para cuidar las finanzas de su negocio.
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Los especialistas coinciden en que la liquidez en el transporte es más que necesaria, pues la operación del día no puede detenerse a la espera de que se cobren las facturas, y por ello las pequeñas y medianas empresas (pymes) del sector están constantemente en la búsqueda de un equilibrio entre recursos propios y deuda para asegurar que una unidad no pare por falta de dinero.
«Si la empresa contratante busca aumentar el plazo de pago, no está entendiendo cómo es la operación del transporte», menciona Revuelta, destacando que hay insumos de los transportistas que no tienen financiamiento o éste se encuentra muy limitado.
Agrega que cuando una empresa contratante aplaza el pago de las facturas, es el prestador del servicio el que termina absorbiendo el costo del financiamiento, por ello que para hacer frente a este gasto, el negocio transportista debe considerar dentro de su tarifa para ese cliente el porcentaje que le cuesta obtener esos recursos para trasladar sus mercancías.
Explica que cuando una empresa enfrenta grandes periodos de tiempo sin liquidez corre el riesgo de descapitalizarse con tal de seguir operando, ya que meter su capital al gasto puede incluso derivar en la quiebra del negocio.
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Por ello considera que la comunicación y la negociación con el cliente puede ser clave para encontrar un equilibrio: «Es un riesgo muy grande decirle al contratante que sí se puede aguantar el plazo de pago; o bien decir que no se puede sostener con esos plazos (…) Al extender los plazos de pago, los transportistas extienden el plazo de mantenimiento de sus unidades y a la larga van a tronar».
«Las grandes empresas tienen plazos de pagos que llegan hasta los 120 o 150 días, que sin duda esos flujos terminan matando a muchas empresas transportistas», destaca Cortázar, y coincide en que la negociación con los clientes es una de las opciones para tener mejores formas y tiempos de pago.
Asimismo, menciona que una segunda opción puede ser el factoraje. Se trata de un instrumento financiero mediante el cual una empresa puede acceder a recursos cediendo la cobranza de sus facturas o cuentas por cobrar a un tercero, que generalmente es una institución financiera, ya sea un banco o una Sociedad Financiera de Objeto Múltiple (Sofom).
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Esto otorga a las mipymes liquidez inmediata para mantener equilibrado su flujo de caja, y sus periodos de duración pueden menores que los de un crédito comercial, ya que éste se extiende por el mismo plazo de pago marcado en la o las facturas que son utilizadas para esta opción.
«Incluso algunas empresas ya lo ofrecen a sus proveedores. Es algo que se usa mucho por el tema del flujo; e incluso algunos clientes te piden considerar el costo del factoraje en la tarifa. Si te va a costar 3%, pues hay que sumarlo a la tarifa. Se puede considerar como una segunda alternativa», apunta el socio fundador de la consultora InnoTran.
Por último, plantea que las empresas transportistas trasladen a sus proveedores esos plazos de pago de 60, 90 o 120 días de pago, buscando ofrecer a sus proveedores mecanismos similares: «Al final se vuelve una cadena de flujo de efectivo desde el proveedor, el que quiere hacer la carga, hasta el que vende las balatas».
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