El que maneja lleva ya un buen rato esperando su turno para hacer su trámite en la aduana del Puerto de Veracruz. Deben ser más de dos horas para una operación que alguna vez quedaba lista en 15 minutos. No lo atienden y cuando se acerca a preguntar lo regañan y le advierte que si se vuelve a bajar del camión lo sacarán de la fila y no le permitirán la entrada al recinto durante un mes o, peor, nunca más. 

La escena anterior, replicada todos los días, llevó a que los operadores y empresarios de transporte afectados realizaran un bloqueo en los accesos del lugar, ya que, además del maltrato y los abuses, las operaciones de carga, descarga y entrega estaban siendo severamente afectadas. 

El diálogo, por fin, permitió levantar la manifestación y lograron acuerdos razonables para ambas partes, ya que las autoridades argumentaron falta de personal y problemas con los sistemas y las tecnologías, pero se comprometieron a trabajar en esto y dar un servicio más ágil y respetuoso. 

Y esto se manifestó de inmediato, pero no duró mucho, ya que en menos de una semana, las fallas en el servicio y la atención regresaron con mayor fuerza. Ya no eran dos horas ni cuatro. En muchos casos se volvió un día entero. 

En alguna entrega de esta sección Al Lado Del Camino, ya habíamos consignado la historia de un operador que esperó 14 horas para salir del Puerto de Veracruz, pero ahora fue uno de sus colegas quien nos contó que de plano tuvo que salirse de la fila después de 20 horas, y lo hizo porque tuvo una emergencia familiar. 

Este otro operador que conduce su propio camión afirma que son las represalias por aquella manifestación, ya que la información siempre llega y les dijeron que si eran capaces de armar el desorden de la otra vez, ahora verían quién tiene el control de la operación en el Puerto de Veracruz. 

Y es evidente, afirmó, ya que antes de la protesta les tardaban 12 horas (que ya era un exceso), pero en semanas recientes el tiempo de espera se ha duplicado. Pero no es lo peor, ya ahora los compañeros ya no están organizados y más bien tienen la indicación de esperar… esperar a que se les pase a las personas del Puerto de Veracruz.

No es justo, considera, pues el tiempo es de todos, pero mientras los burócratas cumplan sus ocho horas, ellos se van a sus casas, sin considerar si quiera las condiciones en las que muchos operadores tienen que esperar arriba de sus camiones: mal dormidos, mal comidos y con la consigna de seguir con el viaje una vez que les den la carga. 

Este operador que sigue esperando no se arrepiente de haberse manifestado hace algunas semanas, al igual que algunos de sus compañeros, y más bien siente impotencia porque nadie más hace algo al respecto. 

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Apechugar o hacer de tripas corazón, le enseñaron en casa. Y aunque lo ha hecho toda su vida, no dejará de reclamar y expresar cualquier injusticia en el trabajo, como ahora en el Puerto de Veracruz, y seguirá, igual que nosotros, Al Lado Del Camino.