Alegra es una flota emblemática de Veracruz, particularmente en Córdoba, y no solo por su feliz nombre, sino porque ha construido una historia de cambios y decisiones que constatan lo importante de aprovechar las bondades del negocio.
El 1 de diciembre del año 2000, con el nuevo milenio por iniciar, dos emprendedores se asociaron para comprar seis tractocamiones y mover granos en jaula.
Para ser consistentes con su objetivo, nombraron a la empresa Auto Líneas Especializadas en Graneles (Alegra), aunque muy pronto se dieron cuenta de que esa aplicación no era tan rentable, ya que el equipo aliado es demasiado pesado y la carga útil no era suficiente para sacar los números adelante.
Dos años más tarde vendieron las jaulas y compraron cajas secas, siempre en doble remolque, y ahora diversificaron su operación para transportar productos de grado alimenticio, como azúcar, latas, jugos y otras mercancías para la industria del retail.
Gicela Ochoa, gerente general de Alegra, afirmó que una de las grandes decisiones de la empresa, además de la diversificación, ha sido crecer con recursos propios y con muy poco apalancamiento, lo que se ha traducido en finanzas sanas y un avance orgánico.
De hecho, con la reciente crisis provocada por el Covid-19, la empresa no solo no se detuvo, sino que tuvieron más trabajo, lo que se tradujo en más recursos para incrementar su flota, siempre con dinero propio.
Y otro punto clave en esta historia es el enfoque en sus operadores, ya que son ellos quienes juegan el papel más importante para crear un círculo virtuoso.
En Alegra, detalló Ochoa, los operadores son la piedra angular del negocio, y es por eso que cuidan que las condiciones laborales sean las óptimas, a fin de que éstos estén satisfechos sí con la empresa, pero mucho más con su papel dentro de la ecuación.
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Es por eso que confían en que tanto el presente como el futuro serán prometedores, igual con muchos retos, pero siempre con la capacidad para enfrentarlos y superarlos.