Don Gabriel llega a la estación de servicio a orillas de la carretera México-Puebla, pide tanque lleno y se baja del vehículo para revisar las llantas del tracto y del remolque. Desde que aprendió a manejar le enseñaron la técnica del bat para confirmar la buena presión de los neumáticos, así que a la primera oportunidad lo hace.
Toma un buen trago a su botella de agua y le pregunta al despachador si tiene un aditivo para el lubricante, ya que en ese momento recordó que se lo habían recomendado para un mejor desempeño. El que sostenía la manguera del diésel ahora va al pequeño anaquel y toma dos envases distintos y le dice precios y algunos beneficios que aprendió de memoria cuando su instructor les dio la capacitación.
El que conduce su propio tractocamióno revisa las botellas y se decanta por la de mayor costo, no por el precio, sino por los beneficios que acaba de escuchar, justo en el momento en que la manguera del combustible se detiene y suena para avisar que el tanque está lleno.
El despachador le dijo que eran 1,500 pesos cerrados y pagó pensando en cuánto dinero le quedaría para el resto del camino. Y es que a pesar de que hay un margen de utilidad, éste se sigue reduciendo con el paso del tiempo, ya que no se puede transferir este costo a cada rato para el cliente.
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Aunque don Gabriel tiene una flota pequeña de 12 unidades, lleva bien la cuenta de todos los gastos y sabe que justo en el rubro de combustible es donde más alzas se registran en los últimos años, y sabe que las cosas no serán distintas en el corto plazo.
Es por eso que se capacita constatemente y manda también a sus operadores con las agencias que dan cursos sobre la conducción, sobre cómo operar tal o cual camión para consumir menos combustible, y si funcionan, pero aun así, con su tanque lleno y varios kilómetros por delante sabe que se trata un gran obstáculo o al menos, de un mal necesario.
También sabe que hay otras alternativas, como el gas natural, pero su preocupación es con la capacidad de carga, ya que él opera doble remolque con cargas pesadas, y en este sentido, el diésel es el que ofrece las mejores prestaciones.
Mientras que hablar de electromovilidad para este experimentado empresario es hablar de un futuro muy lejano, ya que los costos todavía no compensan una inversión a esta escala, además de que la infraestructura alrededor de las estaciones de carga es un tema todavía inviable.
Pero continúa su camino y suspira recordando aquellos tiempos de cuando empezó y el precio del diésel casi ni figuraba a la hora de cobrar un flete, pues era realmente bajo, y justo por eso le da la nostalgia, porque ha visto cómo este rubro puede ir desde el 35 hasta el 50% del costo de operación.
Nunca ha aceptado huachicol, ya que también para él y para su empresa el transporte debe ser un generador de cambio, al menos en cultura legal, ya que las malas prácticas pululan por todos lados y nunca falta el que quiera ahorrarse unos pesos comprando diésel robado. Y así se pierde en el camino su camión, como si se lo fuera comiendo el sol del horizonte, sabiendo que a su retorno él continuará, igual que nosotros, Al Lado del Camino.