La carretera está iluminada por los primeros rayos de sol. Operadores que van y vienen lo usan también como descanso, ya que hay distintos lugares en los que se pueden detener para estirar las piernas y comer algo. 

Éste solía ser el único camino que había entre Querétaro y Guanajuato hace más de cincuenta años y ahora es más bien un camino libre que se usa para librar el tránsito de la autopista. 

Juan Carlos tenía buen tiempo para llegar a Nuevo Laredo por la noche y justo por eso se detuvo más de la cuenta, ya que al lado del camino había un colega, evidentemente, con un percance mecánico. 

Como ya conocía el camino y sabía que era una zona tranquila, se orilló para ofrecer ayuda. El otro conductor le explicó que se le había calentado el motor y que por eso mejor se detuvo. Ya había avisado a la empresa y estaban resolviendo qué hacer. 

Antes de ser operador, Juan Carlos había sido mecánico y le sabía meter mano a los camiones, de tal manera que le echó un ojo y se dio cuenta que traía unos cables flojos y en mal estado. 

Sacó su caja de herramientas y le explicó al colega lo que se podía hacer. El compañero estuvo de acuerdo y Juan Carlos hizo lo suyo. Sólo para limpiar algunas partes le pidió agua al otro y éste dijo que no traía, que de hecho tenía mucha sed, pero que desde hace rato no encontraba dónde conseguir. 

Fue a su camión y trajo dos botellas de agua. Una para el colega y otra para limpiar parte del motor, y justo cuando estaba terminando de arreglar los cables le preguntó que a dónde iba, que de dónde venía.

Iba lejos y llevaba ya varias horas sin descanso. Se le veía la cara cansada. Juan Carlos le pidió que probara el camión y sí encendió, ya sin sacar el humo que estaba echando. 

Le advirtió que la compostura era temporal y que debían checarlo en cuanto llegara, pero que sí podía continuar. El otro, presuroso, se subió al camión y quiso pagarle por la maniobra, pero Juan Carlos no aceptó. Le dijo que para eso estaba la colegancia. 

También le dijo que debía descansar, que ningún viaje valía tanto como para arriesgarse y exponer a los demás a un accidente. Le dijo que ayudara a quien pudiera, pues uno nunca sabe cuándo va a requerir de otros. 

El tractocamión recién arreglado avanzó unos metros y después se detuvo. Juan Carlos lo observaba y pensó que quizá sentía algo raro así que se espero un rato más. 

El otro conductor se bajó y fue con el colega para reiterar el agradecimiento y decirle que tenía razón, que ya no podía manejar porque estaba muy cansado, pero que sus palabras le habían hecho sentido. Le dijo que dormiría un rato. 

Juan Carlos sonrió porque pensó que le había ayudado con el camión, pero en realidad  le ayudó en algo más importante, en cobrar conciencia sobre la importancia del descanso y la seguridad de los operadores. Pensó que tal vez aquel lo recordaría para siempre y se cuidaría mucho más. 

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Arrancó su camión y se fue sintiendo ese enorme placer que da ayudar a los demás, pero además él sabe que para los operadores, la ayuda nunca está de más y puede ser de urgencia en cualquier momento. Así pues, él seguirá, al igual que nosotros, Al Lado Del Camino.