Allá por los años 80, Jesús González iba para la selva cada semana. Desde su natal Tuxtla Gutiérrez manejaba hasta el corazón lacandón para llevar alimento y medicinas para animales, pues tenía familia ahí y seguido tenían que enterrar o quemar los cuerpos de aves y felinos que morían por alguna infección menor. Y en aquellos soles fue que nació Express Jaguares, y ésta es su historia.
Él estudiaba veterinaria y zootecnia y hacer esos viajes era la mejor práctica que podía tener para cumplir su sueño: cuidar del reino animal. Y aunque le faltaba mucho para terminar la carrera, las personas en la selva le explicaban los síntomas y las causas. Y luego él llevaba ese conocimiento a la escuela y los profesores, maravillados, le daban consejos, recetas y alguna vez también lo acompañaron.
La demanda de víveres, incluso para los habitantes lacandones, seguía creciendo y la gente le encargaba cosas, le daba dinero y le pagaba por el favor. Él no quería aceptar, les decía que nomás tenía que conseguir un vehículo más grande, pero muy pronto ya nadie tenía uno tan grande para poder prestarle.
Así que consiguió un amigo que manejara una camioneta mientras él llevaba un camioncito. Todo era por mero altruismo y con lo que la gente les pagaba ellos lo usaban para la gasolina y el diésel, porque la comida y el hospedaje nunca faltaron cortesía de los anfitriones.
De pronto ya tenía que regresar también cargado porque había animales en mayor riesgo y sólo en la capital de Chiapas podían atenderlos, así que de a poco fueron acondicionando las unidades para que las bestias pudieran viajar lo más cómodas posible.
Aunque no hay una fecha exacta del nacimiento de Express Jaguares, sí hay muchos recuerdos, pues el hijo de don Jesús, ahora su director general, cuenta que su padre siempre les contó todo el tipo de pericias que pasaron por aquellos años.
De hecho esos viajes pasaron de ser uno por semana a ser dos, tres y luego cuatro y después ya iba diario o de plano se quedaba y hacía hasta dos vueltas por día porque había mucho que llevar y traer.
Sólo porque lo conocían y sabían lo que estaba haciendo sus profesores justificaban sus faltas y le inventan un ocho en la boleta, y como todavía faltaba mucho tiempo para concluir la carrera y le gustaba mucho ir a la selva, optó por darse de baja de la universidad y dedicarse de lleno a esto.
Las personas que le prestaban los vehículos le propusieron vendérselos, que los fuera pagando semanalmente. Junto con aquel primer amigo se pusieron a hacer cuentas y vieron que sería rentable, que igual y podían sacar unos pesos para sus gastos.
Pero su sorpresa fue mayúscula, ya que todas las personas a las que ayudaron se sumaron a la causa y lo apoyaron para comprar un tercer vehículo y contratar a un conductor, que también salió de ahí de la selva.
Así nació Express Jaguares, justo el día en que trasladaron unos cachorros a la capital y sólo de verlos así le pusieron a la empresa, y el express ya fue un adorno para que sonara más profesional y más veloz.
Fletes Gonzaga surgió porque ya no había más tractos en el puerto
Como suele pasar, con el paso del tiempo diversificaron la operación y aunque descubrieron otros nichos de mercado, nunca dejaron de hacer los viajes a la selva, incluso sin costo o sin utilidad, ya que la filosofía de los socios fundadores siempre ha sido ayudar.