La historia de Fletes Gonzaga huele a mar. El sol del Atlántico es testigo de aquel mediodía en que Gonzalo llegó para cargar sus plataformas con dos de los cientos de contenedores que se apilan allá en el Puerto de Veracruz.
Esto fue hace poco más de 10 años y justo en ese momento, cuando Gonzalo Zárate Galindo esperaba su turno para entrar al recinto y llevarse la carga, se dio cuenta de la gran cantidad de remolques que seguían esperando un tractocamión desde el lunes, y ya era viernes.
¿A poco no se han llevado esa carga?, preguntó al que despachaba los contenedores. Ya van a cumplir una semana, pero hay otros más atrás que llevan casi un mes. Nadie sabe si es porque los abandonaron o porque de verdad ya no hay camiones.
Y si traigo otro tracto, ¿me das la carga? No es así de sencillo, pero seguro sí te la dan porque a ellos les urgen los viajes.
Gonzalo tenía ya casi 10 años manejando para esa empresa y desde el principio, el dueño le había dicho que cuando se animara, él le podía vender un camión, que para él era muy importante que sus colaboradores crecieran y se desarrollaran, que prefería ayudarles a impedirlo.
No le había tomado mucha importancia antes, pero ahora imaginó cómo sería empezar a darse vueltas hacia el puerto con su propio camión, hasta hizo cuentas de cuánto ganaría por llevarse esos contenedores rezagados y fue ahí cuando se animó y apenas dejó su flete se apersonó con el dueño.
El patrón le dijo que sí, que de hecho ya se había tardado pero que le daba gusto que al final se haya decidido, que si necesitaba carga, consejos, tips o recomendaciones, sólo se lo hiciera saber. ¡Gracias!, dijo y se fue justamente con el tracto que manejaba, con la palabra de que él se encargaría de los trámites posteriores, pero que ya lo podía poner a trabajar para él.
Rápido se fue para el puerto y le dijo al encargado que ahora sí, que ya había traído su camión.
-Pero es el mismo que traías antes.
-Sí, pero ya me lo vendieron para que pueda yo llevarme esos contenedores y empiece con mi propia empresa.
Así fue como nació Fletes Gonzaga, cuando Gonzalo todavía era soltero y no tenía más nombres o apellidos de dónde robarse sílabas para el nombre de su empresa. Fue fácil y le pareció que además sonaba a palabra compuesta pero con sentido, aunque en realidad solamente tomó las primeras letras de su nombre y apellidos.
Como se dice, lo demás es historia, aunque no una fácil, ya que, en efecto, le dieron gran parte de aquellos contenedores abandonados y los llevó a su lugar de destino, pero después de eso tuvo que batallar para conseguir nuevos viajes y nuevos clientes, aunque no nuevas rutas, pues para él el puerto era de buena suerte.
Ya después de dos años pudo comprar un segundo camión y después un tercero y así hasta llegar a 10 antes de la pandemia. Y como el transporte fue considerado esencial y aunque el puerto tuvo sus propios retos, para Fletes Gonzaga también representó una oportunidad de crecimiento y en 2023 ya estudian la posibilidad de diversificar su operación.
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Además, han registrado crecimientos por encima del 20 por ciento y 2023 no será la excepción, ya que estiman cerrar el año con un parque vehicular cercano a las 30 unidades y una plantilla laboral de 40 colaboradores, más una proyección importante hacia los próximos años.