Josephine Servín y Santiago Merino se conocieron en la universidad y hace ocho años iniciaron una relación de pareja; cada uno desde su trinchera empezó a trabajar en actividades que de alguna forma u otra estaban en contacto con el transporte, sin embargo fue hasta después que decidieron emprender una aventura que desembocó en la creación de Imperium Logistics, la empresa transportista que inició sin flota.
Platicamos con estos dos jóvenes emprendedores y nos contaron su historia, que si bien la idea fue germinando desde años atrás, fue en 2018 cuando decidieron darle forma.
Él trabajaba para la empresa familiar contratando fletes; ella, en tanto, había adquirido experiencia en la industria farmacéutica en temas relacionados con la logística y la planeación financiera. Cuando vieron la importancia del transporte, no fue difícil decidir que éste sería el nicho en el que habrían de emprender.
Era tal su desconocimiento del autotransporte nacional que el primer obstáculo al que se enfrentaron fue al nombre que le pondrían a su empresa: a fin de dejar claro el giro, pensaron llamarla Transportes Merino Servín (TMS). Fueron al notario y les hicieron ver que ya existía el TMS, de Transportes Monroy Schiavon, una doble coincidencia porque también era una empresa mexiquense.
Santiago cuenta que a él le interesan muchos los temas relacionados con la energía, el yoga y asuntos más bien espirituales, de tal manera que mientras ambos jugaban con las ideas para ponerle un nombre a la empresa, él recordó una acepción latina de la repetición “imperium imperium” que significaba energía, y fue así que al platicarlo con Josephine sólo agregaron Logistics, y listo, ya tenían el nombre de Imperium Logistics.
De hecho, el logotipo también está lleno de significado, ya que se trata de un ave fénix y tiene los colores de los elementos del universo: aire, agua, tierra y fuego. Un concepto holístico sobre la filosofía de la empresa, pues se trata de una idea integral y resiliente.
Registraron el nombre, dieron de alta la empresa y listo. Ahora sólo les restaba lo más importante: la flota y los clientes.
Fueron a una distribuidora de camiones, pusieron de aval la empresa del padre de Santiago, pero al final no procedió, ya que no tenían experiencia en el autotransportes. A seguir buscando.
Ya habían pasado varios meses y aunque la empresa ya estaba constituida, todavía no iniciaba operaciones, así que mientras resolvían el tema del camión, asistieron a todos los eventos posibles relacionados con el sector.
Conocieron personas, se empaparon de algunos temas y no quitaron el dedo del renglón. Siguieron tocando puertas con distintos fabricantes hasta que dieron con Camionera Diesel de Cuatitlán, que por ese entonces comercializaba camiones Volvo.
Un contacto les dijo que pondrían a la venta camiones seminuevos y no dudaron en rastrear la pista y fue así como les ofrecieron un tracto en excelentes condiciones y a un precio súper especial. De hecho lo adquirieron de contado; ya sólo faltaba el remolque y un operador.
Ya era julio de 2020, la pandemia en todo su auge y muchas actividades detenidas. Dos años con la empresa y ni un solo flete. A inicios de 2021 consiguieron una caja seca de 53 pies, contrataron a un operador, lo dieron de alta en el Seguro Social y, ahora sí, ya sólo falta conseguir los viajes.
Fue por ese entonces que alguien les recomendó afiliarse a la Canacar. Ellos no sabían cómo funcionaba, pero igual preguntaron, les dijeron cuál era el procedimiento y listo, se asociaron a la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga.
De hecho, en la Canacar hay una bolsa de carga, en la que distintos socios informan sobre fletes, servicios y distintos temas de interés. Fue así como consiguieron su primer viaje, ya que algún transportista no podía realizar un viaje y lo puso a disposición. Josephine y Santiago no dudaron.
Como en la mayoría de las historias, ese viaje les abrió las puertas de otro, de uno más y así una cadena que les permitía ver un poco el retorno de la inversión. En eso estaban cuando el operador reportó una falla mecánica. Como pudieron, lo llevaron al taller y ahí estuvo parado más de un mes. Otra vez a picar piedra.
Ya para 2022, con una buena operación y una proyección de crecimiento importante se acercaron con Freightliner para comprar camiones nuevos. Estaban en las negociaciones, papeleos y les robaron el camión.
Aunque la Policía lo recuperó un par de horas después y el operador estaba a salvo, los trámites del corralón, arrastre y recuperación les llevaron cerca de mes y medio, además de los costos que habrían de ser destinados para el enganche de la nueva flota, de tal manera que tuvieron que postergar esa compra.
Otra vez a empezar, aunque ya no de cero, pues entre prueba y error aprendieron mucho de lo que debían y no debían hacer. Para su fortuna, el operador, Juan Manuel Hernández Guerrero, también ha sido una pieza clave en la historia de Imperium Logistics, ya que pudieron abusar del desconocimiento de los fundadores, siempre decidió aconsejarlos, asesorarlos y notificarles sobre usos y costumbres del sector.
En meses recientes les ocurrió algo curioso, ya que conocieron a Jorge Monroy, socio de TMS, y le contaron sobre su ingenua idea de querer nombrar así a su empresa.
De hecho, esta relación les abrió las puertas para formar parte activa de la Delegación de Canacar en el Estado de México, pues para ellos es fundamental participar y crear sinergias entre sus colegas, ya que no importa si tienen un camión o cientos, los problemas son los mismos.
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Ya para este 2023, Josephine y Santiago tienen la visión de seguir consolidando esta aventura, ya que Imperium Logistics tiene una filosofía muy clara, que va más allá del papel y de aquella presentación de Power Point en la que inició esta idea que se convirtió en una semilla que sigue germinando.