A pesar de que el turismo se ha convertido en uno de los principales bastiones para la economía nacional, la carencia de infraestructura, financiamiento y sobre todo, las condiciones sociales, políticas y de inseguridad, han provocado que el transporte en este sector no detone por igual en todos los rincones del país.
México se ha erigido como el octavo país más visitado del mundo. En el continente americano, solo Estados Unidos recibe más turistas que nuestro territorio. De acuerdo con la Organización Mundial de Turismo (OMT), de 2015 a 2016, el país ascendió un escalón en esta clasificación.
En total, México registró el arribo de 35 millones de turistas internacionales. Por concepto de divisas, la Secretaría de Turismo (SECTUR) detalla que el país avanzó del lugar 16 al 14 en el Barómetro de Turismo Mundial, con una captación de 19,600 millones de dólares en 2016.
Para dimensionar estas posiciones, es importante aclarar que Francia es el país más visitado, con la llegada 82.6 millones de turistas, mientras que Estados Unidos es el que más divisas capta, con un total de 205.9 miles de mdd.
Podríamos seguir enumerando algunas de las principales cifras del turismo nacional, que hoy representan el 8.9% del Producto Interno Bruto nacional; sin embargo, es importante ir aclarando su relación con el transporte y la interdependencia entre uno y otro.
La importancia (injerencia) del transporte en el turismo
El medio de transporte es el corazón de toda la ecuación. Aunque el turismo es un servicio, bien puede ser imaginado como un “producto turístico”, en el que caben agencias de viajes, alojamiento, empresas de alimentos y bebidas, y centros de recreación. Justo en medio vive y convive el transporte.
Aunque naturalmente requiere un transporte multimodal, el terrestre sigue siendo el más socorrido. Y eso sí, mientras medios con fines turísticos −como el aéreo o marítimo− cobran mayor relevancia, una de las principales tendencias de esta industria está enfocada en la evolución del transporte hacia sistemas más sostenibles, rápidos y seguros.
Para muestra, el caso del Turibús en la Ciudad de México, que no es simplemente una empresa que ofrece servicios de transportación en un vehículo de doble piso. Hoy, ha consolidado su apuesta en circuitos culturales, arquitectónicos y religiosos, además de las cada vez más recurridas rutas temáticas: cerveza, mezcal, lucha libre, sabores, palacios y nocturno. También ofrece la modalidad TuriSky, un recorrido por la capital a bordo de un helicóptero.
Esta oferta se ha replicado en Veracruz, Puebla –incluido el teleférico– y en Mérida, de tal manera que la interrelación entre actividades culturales, recreativas, gastronómicas, hoteleras e, incluso, religiosas, es la clave para potencializar esta forma de transporte.
Al respecto, la Cámara Nacional del Autotransporte de Pasaje y Turismo (CANAPAT), considera que viajar en autobús con los más altos estándares de calidad internacional, es una de las exigencias naturales de los turistas. Su Presidente Nacional, Jaime Jaime, lo explica así:
“Conceptos como profesionalismo, organización, puntualidad, comodidad, innovación, tecnología y calidad en el servicio, son valores universales que hoy se han estandarizado en todo el mundo y, por tanto, conforman las expectativas de los viajes nacionales e internacionales”.
Del total de turistas en México, 15% son internacionales y la inmensa mayoría son nacionales. Las claves, en este sentido, radican en cumplir con la normatividad exigida, contar con una flota moderna y segura, y cuidar el ambiente, constituyen factores fundamentales para la satisfacción total de los usuarios.
Aún falta camino por recorrer
En enero de este año, el Gobierno de Estados Unidos actualizó su alerta de viaje para México, es decir, hizo recomendaciones puntuales para no viajar, reconsiderarlo o hacerlo con mayor precaución, dependiendo del destino. A grandes rasgos, se trata de una tabla que mide el riesgo para los turistas.
Nivel 1, el más bajo, sugiere tomar las precauciones “normales” para un viaje. El 2 –donde se ubica casi todo México– alerta de un mayor riesgo de seguridad. Para el nivel 3, el Gobierno estadounidense recomienda reconsiderar el viaje debido a los altos riesgos para el turista. Y en el 4, se sugiere, tajante, no visitar, pues la vida del viajero podría estar comprometida.
Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa y Tamaulipas, fueron considerados en alerta máxima. Chihuahua, Coahuila, Durango, Estado de México, Jalisco, Morelos, Nayarit, Nuevo León, San Luis Potosí, Sonora y Zacatecas, fueron ubicados en el nivel 3. El resto de las entidades fue catalogado en nivel 2 y particularmente para Veracruz, se recomendó no utilizar el transporte público y permanecer en sitios turísticos.
Por otro lado, a través de programas como Viajemos todos por México, la SECTUR ha buscado fomentar el turismo interno. Con los sellos Pueblos Mágicos, Grandes Ciudades, Ciudades Patrimonio o Destinos Culturales, el país cuenta con una robusta oferta en este renglón.
¿El turismo como motor central para México?
En 2017, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) presentó el estudio sobre Políticas de Turismo en México. El mismo José Ángel Gurría, Secretario General del organismo, resalta el papel protagónico que ha tomado esta industria para la economía nacional. Como se mencionó anteriormente, el turismo participa con casi el 9% del PIB, mientras que el promedio de los países de la OCDE es de 4.1 por ciento.
Durante la última década, destacó Gurría, el ritmo de crecimiento del turismo en México ha estado por debajo del crecimiento global de la economía. Y es que el sector de viajes y turismo se ha enfrentado a diversas dificultades, incluyendo las complicaciones monetarias en países que son importantes fuentes de visitantes a México, desastres naturales vinculados al cambio climático, advertencias de salud pública e inseguridad en varias regiones del país. Por supuesto, sin considerar los sismos registrados recientemente.
El éxito turístico de México se ha basado en el desarrollo de complejos hoteleros a gran escala en importantes destinos costeros como Cancún o Los Cabos. De hecho, la mitad de las habitaciones hoteleras en México se ubica en tan solo ocho ciudades. Este modelo comienza a ser vulnerable a los cambios en los patrones de la demanda y a consideraciones medioambientales, refiere la OCDE.
La gran oportunidad es evidente, pues entre el Gobierno y los empresarios de este sector tendrán que evolucionar para participar en un sector cambiante y apoyar un crecimiento más incluyente y sustentable. No solo megaproyectos turísticos.
El gran reto es coordinar todos los programas turísticos que hoy tiene México, de tal forma que puedan incluir a todas las entidades del país y en los que, sí o sí, participen todos los órdenes de Gobierno.
Es imperativa la necesidad de mejorar la red de transportes. Además de fortalecer la conectividad aérea, hay que incrementar la competencia para reducir los precios de los vuelos domésticos y mejorar la conectividad intermodal para robustecer la accesibilidad y seguridad de los traslados terrestres.
Como sucede en el transporte mexicano en general, la gran mayoría de los empresarios constituye su propia fuente de empleo, de tal modo que uno de los principales desafíos son las limitaciones que enfrentan las micro y pequeñas organizaciones (que representan 99.8% de todas las empresas en actividades turísticas) para acceder al crédito.
Las dos claves
En virtud de que el turismo seguirá sosteniendo parte de la economía mexicana, una de las principales recomendaciones de la OCDE para mejorar la conectividad y promover la diversificación del mercado, es avanzar en la armonización de las políticas de transporte y turismo desde el punto de origen al destino: Invertir en un sistema nacional de movilidad bien integrado, con infraestructura competitiva para llegar a nuevos destinos, y continuar los esfuerzos para liberalizar los acuerdos sobre servicios aéreos.
Por otro lado e igualmente importante, es preciso fomentar la diversificación de la oferta turística y desarrollar nuevos destinos. Hay que impulsar iniciativas para replantear el concepto de destino turístico y diseñar una cartera de productos más amplia y de mayor valor, que incluya el turismo cultural, deportivo y ecológico; integrar a la formulación de políticas y a la planeación turística, un análisis más enfocado en la demanda de los productos turísticos.