Hace más de 80 años, Herculano Hernández, Salvador Díaz, Palemón Hernández y León Frausto construyeron un sueño sobre cuatro camiones que también tenían nombres propios: Titanic, Fantasma, Olivo y Atila. Así es como empieza la historia de Julián de Obregón.
Fue en 1941 cuando estos cuatro emprendedores unieron esfuerzos y se asociaron para atender la creciente demanda que estaba teniendo la industria curtidora en León, Guanajuato.
Decenas de curtidores producían todo tipo de artículos de piel y su comercialización no hacía esperar, de tal manera que, además de la fabricación, esta pujan y emblemática industria leonesa también requería transporte.
Es por eso que los fundadores de Julián de Obregón no lo dudaron e invirtieron en lo que se convertiría en una historia de éxitos que ha perdurado por más de ocho décadas.
Cuando tuvieron que elegir el nombre de la empresa, estuvieron de acuerdo en elegir Julián de Obregón, un exgobernador de Guanajuato que había impulsado de manera sobresaliente a la industria curtidora, al grado de que se convirtió en un referente no sólo en México, sino en todo el mundo, y hasta la fecha.
Rosalinda González, tesorera del Consejo de Administración de la empresa transportista, contó a TyT que muy pronto esos cuatro camiones se multiplicaron por 100, pues apenas 10 años después ya tenían una flota vehicular de 400 unidades, lo que sin duda representó un gran hito en esta historia.
Ya para ese entonces, la empresa se había diversificado, pues no sólo trasladaban piel, sino todo tipo de productos y mercancías, especialmente en la modalidad de paquetería a todo el país.
El crecimiento fue tal que muy rápido tuvieron sucursales en diferentes ciudades del país; en la actualidad, Julián de Obregón tiene 45 sucursales y 190 puntos de atención a nivel nacional.
En esta historia, uno de los principales obstáculos llegó con la crisis del 94, sin embargo, a base de trabajo, esfuerzo y estrategia pudieron salir adelante para reforzar su operación y consolidarse de cara al nuevo milenio.
Un dato curioso y de mucho orgullo para la empresa fue que ellos llevaron la estatua de León que adorna el Arco de La Calzada en el corazón de la ciudad, sin duda un referente para todos los leoneses.
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Hoy siguen construyendo esta historia, ya con un gobierno corporativo, Consejo de Administración y planes de seguir expandiendo su operación en el país, aunque no descartan la posibilidad de abrir filiales en Estados Unidos, por ejemplo.
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