Desde que era niño, César Murillo iba al taller de su papá para ayudarle a meterle mano a los camiones. Don Isaías es mecánico de diésel y sus manos, su ropa y sus venas siempre han destilado ese inconfundible olor de cuando abres el cofre de un tractocamión. Desde aquellos años se gestó el sueño de Transportes Murillo.
Apenas había terminado la secundaria cuando César ya sabía mover los tractos que su papá arreglaba. Tanto a él como a su hermano su padre les enseñó desde pequeños cómo echar a andar los vehículos pesados y, aunque para ellos podría ser un asunto de niños, en realidad esto servía para echarle la mano en el negocio familiar.
Ya en la juventud estudió Derecho y se convirtió en abogado. De hecho hizo sus pininos en la política local, pero la cosquillita del transporte nunca lo dejó.
Hasta hace unos seis años, cuando los hermanos Murillo vieron la oportunidad compraron un camión Kenworth en 350,000 pesos. Estaba descompuesto y pensaron que sería fácil arreglarlo, ya que el taller de su padre, allá en León, Guanajuato, tenía de todo para este fin
En eso estaban cuando alguien les ofreció 400,000 pesos por la misma unidad en las mismas condiciones. Así ganaron sus primeros 50,000 pesos todavía sin hacer fletes.
Con ese dinero, César se fue a Estados Unidos para conseguir otro, y así fue. Con todos y los trámites invirtió los 400,000 pesos que ya tenía. Una vez de regreso en México lo puso al 100 y lo vendió en 630,000 pesos, de tal manera que el negocio seguía siendo rentable aunque esa nunca fue su tirada, pues desde niño imaginó que le gustaría tener su propio tracto y manejarlo y todo eso.
Otra vez a Estados Unidos para conseguir uno más reciente y regresó con un Prostar 2010 en buenas condiciones. Igual en el taller de su padre le dio una manita de gato y ahora sí lo puso a trabajar.
Justo con un transportista de León consiguió los primeros viajes y Transportes Murillo ya era una realidad. Antes de cumplir los 30 años, César ya tenía su empresa de transporte y junto con su hermano, trabajarían con mucho ímpetu para seguir creciendo.
Aunque iniciaron en el nicho de las plataformas, la inseguridad los orilló a cambiar hacia caja seca, pues, al menos en la teoría, padecería menos los robos carreteros.
En estos pocos años, a Transportes Murillo ya les pasó casi de todo. Les robaron un camión, se les volteó otro y, como a muchos, también hay empresas que no les han pagado una buena cantidad de dinero en fletes ofrecidos, pero a pesar de todo, a César le gusta este negocio y confía en que serán más los pros que los contras.
También existieron momentos de duda, ya que para comprar un camión, César tuvo que vender su camioneta y con el tema de los robos y las deudas, no siempre el panorama ha sido alentador, sin embargo, en la actualidad Transportes Murillo ya cuenta con siete unidades, ya nacionales, pues también encontraron oportunidades para crecer su flota de este lado de la frontera.
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Y de cara al futuro, ambos hermanos Murillo observan un sector pujante y con grandes promesas de crecimiento, sobre todo para las flotas que están haciendo bien las cosas, como cuidar a sus operadores, a su personal y siempre atender las necesidades de sus clientes, justo de una forma cercana, humana y de mucha calidad.