La historia de Auto Fletes Omega es muy particular. Se remonta a la infancia de José Omar Ortiz Salinas, un niño que nació en una comunidad rural de Nuevo León. Sus padres se dedicaban al campo y en ese lugar las personas sólo estudiaban hasta cuarto de primaria.
No había más maestros ni salones ni planes de estudio para lo que faltaba, así que cuando los alumnos terminaban este grado, prácticamente todos se iban a trabajar al campo con sus papás. La vida que daba vueltas en círculo.
José Omar no quería trabajar todavía, y se lo dijo a su padre, así que éste buscó la forma de que siguiera estudiando, y lo mandó a terminar la primaria en un poblado cercano donde vivía uno de sus hermanos.
Se iba los lunes temprano en la bicicleta y regresaba los viernes, mientras terminaba la primaria y después se siguió con la secundaria.
El campo dejó de dar suficiente, así que toda la familia se mudó a Guadalupe, que si bien carecía de mucha infraestructura, había más oportunidades, y escuelas. Eso todavía fue allá por la década de los cincuenta.
Fue así como este joven que no quería trabajar en el campo terminó la universidad, en la carrera de Contabilidad, pues descubrió que era bueno para los números y para la administración.
Mucho antes de pensar e imaginar la idea de Auto Fletes Omega, José Omar Ortiz se empleó para ejercer como contador público, y fue ahí donde conoció a quien sería su esposa; después cambió de trabajo y continuó acumulando experiencia.
Desde el principio de esta historia, ambos unieron sus talentos y sus ganas para construir el patrimonio de su familia. Siempre juntos.
Fue tal su dedicación como contador de aquella empresa que llegó a ser director general adjunto; ya para la década de los ochenta se le presentó una oportunidad para invertir como socio en una empresa de autotransporte.
Era una participación minoritaria, pero dejaba buenos dividendos, pues en aquella época no era tan sencillo ser transportista, de tal manera que aprovechó la fortuna y empezó a aprender, ahora también de camiones.
Así se la pasó cerca de diez años cuando se preguntó si él podría hacer o construir más si lo intentara por su cuenta, sabiendo, pues, que la concesión no era un tema tan sencillo.
Decidió asociarse con alguien que ya tenía la concesión, y fue así como fundó Auto Fletes Omega. Ya tenía tres hijos hombres y una mujer: los nombres de ellos iniciaban con la letra O, así que para no errarle eligió el equivalente del alfabeto griego para bautizar al nuevo proyecto.
Era 1991 y el futuro todavía lo estaba esperando más adelante. Con el auge del Tratado del Libre Comercio, ya en 1997 diversificaron la operación y empezaron a hacer fletes internacionales por Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Así llegaron al nuevo siglo y hacia el año 2013 abrieron una filial en Estados Unidos, para ofrecer el servicio puerta a puerta, y así es como hoy se consolidan con estas tres líneas de negocio.
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Oscar Ortiz, gerente administrativo de Auto Fletes Omega e hijo del fundador, señala que hoy, a pesar de que pareciera un lugar común, el nearshoring seguirá siendo el principal detonador del crecimiento de la empresa en los próximos años.