Es probable que César Manuel Rodríguez Medrano no sea el único que inició en la industria del autotransporte como lavador de tractos; es probable que no sea el único conductor que se subió al portable para superarse, sin embargo, ésta historia sí es única porque es de él y acá nos la compartió.
A sus 37 años de edad, lleva prácticamente la mitad de su vida conduciendo un tractocamión, ya que inició cuando apenas tenía 19 años. En su casa y en su familia no hay alguien más que se dedique al transporte, pero para él, ésta fue la mejor oportunidad para salir adelante y superarse.
Recuerda que desde que era niño, en su natal Nuevo León, veía cómo había cientos y cientos de camiones por todos lados; operadores que iban y venían por todos lados, al grado de que la imaginación se le iba inventando su futuro arriba de un tracto como esos.
Ya cuando era adolescente vio este oficio como la oportunidad de crecer económica y profesionalmente, de tal suerte que fue la empresa Transportes Rodríguez e Hijos quien le dio una oportunidad de trabajo.
Inició como lavador, pero siempre fue inquieto, preguntaba y de cuando en cuando hacía alguna maniobra, hasta que el dueño de la empresa le dio la oportunidad y lo ascendió a conductor. Eso fue hace 18 años y hoy sigue aprendiendo para el mismo empleador.
Su 10-28 es “El Mangazo”, pues resulta que una vecina un día lo saludó y le dijo “Mango”, pero uno de sus colegas lo escuchó y le preguntó que cómo le había dicho; cuando César respondió, al otro le dio risa y lo modificó para darle mayor intención.
Y así se le quedó: “El Mangazo”. Un poco de broma, pero ya todos lo conocen con ese sobrenombre.
Dieciocho años después considera que su tuviera oportunidad de volver a elegir, volvería a ser conductor, pues este oficio le ha permitido conocer todo el país, y justo eso es una de las cosas que más disfruta de su trabajo: los paisajes, los lugares y las personas que ha ido conociendo a lo largo del camino.
Al igual que muchos de sus colegas, él sabe y está consciente de que este trabajo es difícil, pero al mismo tiempo es grato, pues da oportunidades que otros no, además de que nunca se aburre, pues cada viaje representa una gran aventura.
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