Una oferta limitada y un déficit de más del 30% de vehículos aptos para la cadena fría en última milla es uno de los factores que ejercen presión a este segmento en México.
Así lo dio a conocer Raúl Méndez, Director Operativo y Administrativo de Grupo Partimar, durante su participación en el 13º Congreso Cadena Fría, realizado en el Centro Asturiano, en la capital del país.
En este espacio, el especialista con más de 30 años de experiencia en el sector de supply chain reveló que existen alrededor de 77,000 unidades para solventar las necesidades en este renglón.
Detalló que el principal número se concentra en urbes como Ciudad de México, Monterrey, y Guadalajara.
Además, este parque vehicular mueve aproximadamente 15 millones de toneladas cúbicas de mercancías al año.
El reto, dijo, es que más del 80% de esta flota son unidades de alto volumen y que no necesariamente se adecuan a las necesidades de la última milla en cadena fría.
“No hay suficientes vehículos para la cantidad de movimiento y crecimiento que se está teniendo”, dijo en entrevista para TyT.
Y es que el incremento de la última milla en cadena fría es de aproximadamente el 12% y se espera que para el 2030 los crecimientos sean superiores al 20 por ciento.
En este sentido, Raúl Méndez reconoció que hay oportunidades para que las empresas ingresen a este segmento con vehículos más pequeños y suplan las necesidades especialmente en la entrega al consumidor final.
“En el B2C, prácticamente no hay manera de transportar el producto congelado, lo llevas con hielo seco, etc., pero de todos modos el producto no tiene la integridad e inocuidad que se requieren”, compartió.
Para aquellas empresas que estén interesadas en emprender en este segmento, dijo que tienen que cumplir con los estándares de inocuidad, cuidado del consumidor y cumplir con normatividades.
“Para eso hay temas de mantenimiento del vehículo, consistencia en las temperaturas y entrenamiento al personal”, explicó.
Asimismo, comentó que los transportistas que ingresen a este segmento, tienen que tener claro sus rentabilidades objetivo por servicio de ruta y, para convertirse en expertos en la cadena fría de última milla, recomendó enfocarse en un segmento (farmacéutico, alimenticio, por mencionar algunas) y apostar a la tecnología.
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Más presión para la cadena fría
Además de esta área de oportunidad en transporte, Méndez citó otros elementos que agregan complejidad en la última milla.
Por ejemplo, las regulaciones mexicanas para la cadena de frío cuyo cumplimiento genera costos adicionales.
“Y tiene que cumplirse sí o sí porque van en contra de la parte de integridad e inocuidad alimentaria y farmacéutica”, expresó.
Entre ellas citó a la NOM-120-SSA1-1994, referente a la revisión de vehículos refrigerados y registro de temperaturas; la NOM-093-SSA1-1994, sobre almacenamiento; la NOM-251-SSA1-2009, de equipos de refrigeración en vehículos, y la NOM-059-SSA1-2015, respecto a la evaluación de riesgos de rutas.
A ello se le suma elementos como el decremento en densidad de ruta, es decir, el número de entregas por hora, el cual ha disminuido por factores como el tránsito en las ciudades. De hecho, dio a conocer que la cadena fría esta cifra se coloca entre tres y seis promedio.
Finalmente se refirió a los cambios de hábitos de los consumidores, que además de buscar agilidad en la entrega, esperan experiencias de compra y recurren a distintos canales para adquirir productos y servicios (omnicanalidad).
El experto de Grupo Partimar comentó que la logística de última milla no se separa de la experiencia humana, pues muchas actividades que realizamos en nuestro día a día están relacionadas con productos entregados por la última milla.
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