El año pasado, el autotransporte de carga continuó en el camino de la recuperación, incluso, el valor que genera en la economía superó el de 2018, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) del país aún no entraba en recesión.
El recorrido de 2022 estuvo marcado por la mayor inflación vivida en 22 años, la falta de inventario para renovar o crecer flota, así como por la escasez de operadores en el autotransporte de carga.
Sin embargo, los transportistas supieron responder a una creciente demanda de sus servicios, alimentada –principalmente– por las exportaciones y toda su maquinaria de producción.
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De esta forma, el PIB del autotransporte de carga creció 4.8% el año pasado, mientras que la economía nacional avanzó 3.1 por ciento, de acuerdo con valores reales del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Nuevamente, esta industria mostró su potencial y su resiliencia. Además, reiteró que es el principal modo de transporte que mueve a México, al ser la pieza más importante del sector transportes, correos y almacenamiento, al aportar 52.8% de su PIB y representa el 3.5% de la economía nacional.
Autotransporte de carga, en su mejor momento
El año pasado, el PIB del autotransporte de carga alcanzó un valor de 351,932 millones de pesos, con el que superó en 4.5% al de 2019 y, mejor aún, se colocó 4.5% arriba de su valor de 2018, cuando la economía nacional sumó nueve años de crecimiento.
Después de hundirse 10% debido a la crisis causada por la pandemia en 2020, el transporte que más dinamismo inyecta a las carreteras de México se sumó a la reactivación económica, promovida por un despertar en el mundo.
PIB del sector
El autotransporte de carga no es el único que ha tenido una recuperación satisfactoria dentro del sector, pues el PIB del transporte aéreo –alimentado por el turismo– se ubicó el año pasado en 7.5% por arriba de su nivel de 2019.
En el caso del transporte ferroviario, su recuperación respecto a la prepandemia es de 2.6 por ciento, de acuerdo con estimaciones propias.
En 2020, cuando buena parte de los mexicanos se encerró y los negocios comerciales bajaron las cortinas, el PIB de la mensajería y paquetería creció 19.2 por ciento, de acuerdo con valores reales del Inegi. Un año después, el incremento fue de 15.1% anual, mientras que en 2022 presentó una nueva alza de 1.6 por ciento.
La experiencia de compra por internet, la rapidez de las entregas a domicilio y la evolución del marketing digital, son elementos que mantienen al PIB de este servicio de transporte sobre ruedas y 39.4% por arriba de la prepandemia.
Datos de Cuentas Nacionales muestran que el valor del transporte marítimo en la economía superó apenas en 0.2% al de 2019; mientras que el autotransporte de pasaje se colocó 6.7% por debajo de la prepandemia.
En general, el PIB del sector transportes, correos y almacenamiento creció 11.4% en 2022, un ritmo por arriba del PIB nacional, debido al buen desempeño de la mayoría de sus subsectores. Respecto a 2019, su PIB fue 2.0% superior, refieren estimados propios con datos que descuentan la inflación.
Vientos en contra
Si bien el autotransporte de carga atendió una demanda sólida en 2022, también se enfrentó a elevados costos de operación que le impidieron incrementar sus tarifas a la misma velocidad, en un mercado altamente competido en la oferta.
Aunque los ingresos de las empresas transportistas se elevaron 7.1% respecto a 2021, sus gastos derivados del consumo de bienes y servicios crecieron 7.8% anual, a mayor velocidad, señala el índice de la Encuesta Mensual de Servicios (EMS).
En efecto, se vieron obligados a absorber costos para respetar contratos e incluso para retener a sus clientes. Esta situación se dio pese a que el Gobierno federal implementó una serie de estrategias contra la carestía, que incluyó el congelamiento de los precios de las casetas y un estímulo complementario para evitar un mayor incremento en el precio del diésel.
Las disrupciones provocadas por la pandemia en las cadenas de proveeduría y costos logísticos, así como la guerra entre Rusia y Ucrania –iniciada en febrero de 2022– desataron una escalada de precios de insumos y materias primas a nivel global, y el autotransporte de carga no estuvo exento de esos efectos.
Ingresos en el autotransporte
El año pasado, los ingresos de los transportistas cerraron 2.9% por arriba de los de 2019 en el mercado mexicano; en cambio, los gastos de la actividad fueron 3.3% mayores a los de la era prepandemia, de acuerdo con el índice de la EMS.
Un claro ejemplo de las presiones sobre las finanzas del sector, es el precio del diésel, insumo que hiló en diciembre pasado 11 meses de incrementos a doble dígito, con un alza de 21.8% anual.
El aumento promedio del precio del diésel en 2022 fue de 18.8 por ciento, el más pronunciado desde 2017, cuando su alza promedio anual fue de 19.9 por ciento, refieren estimaciones propias, con datos del Índice Nacional de Precios Productor (INPP).
Capital humano escaso
Una economía con un crecimiento anual de 3.1% demandó la integración en el mercado laboral de al menos 2,400 operadores quinta rueda, cantidad que se suma al déficit de 54,000 conductores que estimó la IRU para México en 2021.
Aun cuando asociaciones, cámaras y empresas transportistas en lo individual han redoblado esfuerzos para formar a nuevos profesionales para el autotransporte de carga, el personal ocupado en el sector todavía está 5.7% por debajo de 2019. Esto, pese a que enfrenta una mayor demanda de movimiento de carga.
El panorama
En línea con la economía del país, el PIB del autotransporte de carga se desaceleró en el último trimestre de 2022 a 3.7% anual, desde un crecimiento de 7.0% anual registrado entre julio y septiembre del año pasado.
El pronóstico es que se mantenga sólido para 2023, transitando a una menor velocidad ante una economía estadounidense más propensa a perder fuerza.
En febrero pasado, expertos consultados por el Banco de México (Banxico) previeron un crecimiento de 1.2% para el PIB nacional.
Lo anterior quiere decir que el autotransporte de carga crecerá a un ritmo de alrededor de 2.0% este año. Empresarios del sector sostienen que en 2023 habrá que cuidar los centavos, mientras los precios de insumos y del financiamiento se mantienen elevados.
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