Hace 50 años, en el México de los años 60, Julián Baltazar López apostó con un amigo lo poco que tenía. Ambos tenían ganas de emprender un negocio, pero creyeron que sería mejor idea hacerlo juntos, así que se lo dejaron a la suerte y un tanto a la pericia. Así fue como nación Fletes JBL.
El reto consistió en unos arrancones. Cada uno en su vehículo, en condiciones bastante similares, debía conducir sobre una recta de medio kilómetro. El primero en cruzar la meta le pondría nombre a la empresa y sería el director general. Eso sí, la sociedad sería 50-50.
Fue apenas una fracción de segundo, pero suficiente para que Julián llegara primero. Un par de amigos adicionales fueron los jueces y no hubo mayor discusión. Juntaron sus capitales y les alcanzó para comprar un tractocamión y una camioneta de tres y media.
La empresa, como era de esperarse, llevaría las iniciales del afortunado ganador, que hasta eso le concedió poco a su amigo Mateo, quien sugirió agregar la palabra “Fletes” en lugar de “Autotransportes”.
Así surgió esta empresa que daba vueltas entre las dos Baja Californias. Atendían la zona fronteriza también, pero sin cruzar hacia Estados Unidos. Julián y Mateo manejaban los dos vehículos y la esposa del segundo hacía las veces de contadora.
El negocio era generoso y muy pronto pudieron crecer su flota, hasta tener 10 vehículos. Para ese entonces ya tenían una plantilla que se hacía cargo de los pagos, el mantenimiento y los teléfonos. A ellos siempre les gustó manejar y pasaron muchos años antes de que soltaran el volante.
Ya para la década de los 90, con sus hijos aprendiendo del negocio, creyeron que lo más sano sería dividir la empresa, pues querían evitar cualquier tema de pleitos y rencillas con las familias creciendo.
Don Julián y sus hijos se quedaron el nombre y media flota. La familia de don Mateo hizo lo propio, pero tuvieron que elegir otro nombre y repartirse también los clientes. Fue una disolución pacífica y satisfactoria para las dos familias.
Ya entrado el siglo XXI, Fletes JBL dio el salto en la frontera y se posicionó en el intercambio de mercancías internacional, además de una presencia considerable al interior de la República Mexicana, sobre todo en la ruta del Pacífico.
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Actualmente emplea a cerca de 60 personas y la segunda generación, con sus tres hijos, ya está de lleno en la operación. Entre sus planes para el futuro inmediato está diversificar su operación y adentrarse en el traslado de sustancias peligrosas.