Aunque no lo recuerda, Francisco «El Canallita» viajaba en el tractocamión de su padre desde los tres años. Antes de ser trailero, su papá había sido urbanero y luego se pasó a la quinta rueda, pues hoy considera que la carretera era su destino, y así sucedió desde hace más de 40 años.

El gusto y la pasión por los tractos fueron herencia de su padre, ya que, eso sí, desde siempre recuerda el sonido del motor, el olor del diésel y el universo que constituía la cabina del vehículo en cada viaje. Así creció, desarrollando una especie de sexto sentido para sentir en todos los poros la experiencia del viaje. 

Tan es así que a los 11 años aprendió a manejar el camión. Incluso su padre estaba sorprendido y orgulloso, pues se le hizo muy fácil y lo hacía muy bien. Ya con un poco de práctica, incluso le pedía que moviera o acomodara el camión en algunas zonas de carga y descarga. 

A los 15 ya superaba los conocimientos básicos de la conducción y no tenía problemas en manipular una transmisión de 18 velocidades o camiones con dirección “de piedra”, como solía decirle a las manuales que en realidad eran duras. 

Sin embargo, fue a los 18 que ya pudo sacar su licencia y estaba listo para manera su propio camión, pero no fue sino hasta los 20 cuando decidió hacerlo, y hacerlo por su cuenta, de tal manera que se empleó con una empresa entonces llamada Transportadora Universal. 

Por aquellos años terminó de pulir su pericia al volante y desde siempre supo que ésa sería su forma de vida, pues si bien se trata de un oficio difícil y que requiere mucho aguante, resistencia y resiliencia, también ofrece experiencias inigualables. 

A decir de Francisco “El Canallita” Dávalos, lo que más le gusta de ser operador es una suerte de simbiosis que ha desarrollado con el camión. Más o menos así lo explica. 

“Desde que te subes al camión es como si te conectaras con él. Sientes las vibraciones del motor en todo tu cuerpo y eres capaz de saber si una llanta del remolque tiene un clavo o le falta presión. Como si fuera un robot y tú fueras la computadora que todo lo ve y todo lo sabe. Somos uno y eso no se siente así en muchos muchas profesiones”.

También para él ha sido la mejor manera de ganarse la vida y proveer a su familia de las mejores condiciones para salir adelante. Tiene tres hijos y los tres son universitarios, ya que para “El Canallita” tanto sacrificio ha valido la pena para darles comodidad y oportunidades.

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Otro punto importante en esta historia es que este operador no usa drogas ni alcohol, ya que tiene conciencia sobre los riesgos de la carretera y, peor aún, cuando estos son por excesos y descuidos al volante. 

Le gusta el gimnasio y el deporte, de tal manera que mantiene un estilo de vida lo más saludable posible. 

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