Grúas San Marcos solía ser una empresa que se dedicaba a desvalijar automóviles para vender las refacciones, principalmente en Chihuahua, al norte del país, pero la vida, el destino, el propio trabajo y, sobre todo, las oportunidades, le tenían preparado otro camino.
César Ancholdo, su director general, cuenta que a diferencia de otras empresas, Grúas San Marcos no es una herencia y tampoco tenía tradición transportista, ya que el negocio que él solía tener no era de este segmento, aunque todo inició cuando necesitaron comprar una grúa.
Aquel anterior negocio de venta de autopartes usadas era rentable y les daba mucho trabajo, al grado de que decidieron comprar una grúa para transportar los vehículos que habrían de desmantelar y nada más.
Eso fue hace más de 30 años, recuerda el fundador, cuando en el mercado de refacciones no había tantas ofertas como las que existen hoy, razón por la que empezaron a percibir que quizá no habría mucho más futuro en aquel segmento.
Fue así como César Ancholdo y su socio, Daniel Vargas, cambiaron de giro y empezaron a ofrecer el servicio como Grúas San Marcos, con un solo vehículo. De hecho, por aquellos años falleció un hermano de César y fue por eso que la empresa lleva su nombre.
Y la empresa comenzó a crecer, tanto en flota como en presencia, con un foco importante en Ciudad Juárez y en Chihuahua capital. A diferencia de los cánones de la mercadotecnia, Ancholdo sabe que la clave del éxito no es pensar que “el cliente es primero”, pues para ellos, siempre lo más importante es y será su recurso humano.
Cuidar a sus colaboradores ha sido fundamental para que ellos se pongan la camiseta y siempre den lo mejor de sí, razón por la que en la actualidad Grúas San Marcos emplea a más de 150 personas y tiene proyecciones de crecimiento muy importantes.
Además de los vaivenes del negocio, César Ancholdo reconoce también que un gran acierto en esta historia fue iniciar el proceso de institucionalización de la empresa, ya que, de no haberlo hecho, se habrían estancado.
El empresario está consciente de que antes de esta metamorfosis, él era el principal responsable del estancamiento, ya que no sabía delegar y quería participar en todas las actividades del negocio, pero al contratar a un asesor externo, la respuesta era más que evidente.
Incluso, el propio Ancholdo les entregó un sobre con un papel escrito de su puño y letras y les pidió que no lo leyeran hasta que hubieran dado su diagnóstico. Al hacerlo, tanto el papel como la opinión de los expertos coincidían: él era el principal enemigo de la empresa.
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Y fue así como iniciaron la profesionalización de Grúas San Marcos, con él en la Dirección General, su socio en la Gerencia, y también sus dos hijos y su esposa con una participación importante, pero ya con funciones y responsabilidades muy específicas.