Aunque llegó por un camino distinto, la gran pasión de Héctor Sifuentes es el autotransporte, de tal manera que tarde o temprano habría de llegar y poder subirse a un tractocamión. 

Y es que sus inicios se remontan a la década de los noventa, cuando era ayudante en un taller mecánico; en aquellos días había que mover los vehículos reparados y así fue como aprendió a mover vehículos pesados. 

En cuanto lo hizo, supo que eso era lo suyo, pero no tenía muchas opciones para cambiar de giro, así que fue con su suegro, que era operador, y le pidió que le enseñara bien a manejar. 

Así fue y no sólo eso, sino que también le consiguió trabajo, pero no pudo subirlo con él al tracto, porque su operación era de cruce fronterizo en Tijuana, y sólo podía pasar un conductor. 

Entonces le pidió a un amigo que lo subiera con él haciendo fletes locales, todos en Baja California, éste aceptó y ahí arrancó oficialmente su carrera como operador: en cuanto tuvo su licencia federal “fue cuando agarró agua la nube”, de acuerdo con sus propias palabras.

Y lo mismo pasó cuando cumplió 21 años, pues ya pudo tramitar su licencia B1 para hacer cruces con Estados Unidos, pues para la gran mayoría de los conductores en la región, hay una gran expectativa para dar el servicio en ambos lados de la frontera. 

En voz de Héctor Sifuentes, ésta fue la mejor forma para dar un salto cualitativo, ya que sus ingresos se multiplicaron por cinco, razón por la que ha podido proveer una mejor calidad de vida a sus hijas y a su esposa.

En aquellos inicio se aventaba hasta siete cruces por día, pero con los atentados del 11 de septiembre de 2001, todo cambió, como los protocolos de seguridad en la frontera, y desde aquella fecha ahora se puede cruzar máximo tres veces .

Con el paso del tiempo, uno de sus empleadores le vendió un tractocamión para que pudiera independizarse, y al principio le fue bien, pues le alcanzó para tener una flota de cuatro unidades.

Pero no es que fuera tan buen negocio, ya que los gastos y las emergencias nunca le dieron tregua, así que no tuvo mejor opción que vender, antes de perderlo todo. 

Eso sí, su destino siempre ha estado detrás del volante, y hoy, a sus casi 47 años, Héctor Sifuentes está listo para lo que venga, ya que todo los días se esfuerza por hacer mejor su trabajo. 

Tiene dos hijas y aunque les gusta el camión, cada una eligió seguir estudiando, pero si hubieran querido ser operadoras, su padre las hubiera apoyado. 

Y hoy, con el futuro por delante, sigue pensando que tal vez en el futuro pueda volver a comprar un tractocamión y poder crear una empresa que le permita llegar a su retiro. 

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