Aunque Julio César Chávez tiene nombre de boxeador, desde muy niño supo que quería ser operador, como su tío, al grado de que en sus días libres y vacaciones se portaba bien para poder acompañarlo en cada viaje posible. Ésta es la historia de “El Bambi”.
Él es originario de Córdoba, Veracruz, y todos sus recuerdos de la infancia huelen a diésel, ya que le gustaba mucho viajar con su tío, ver las carreteras, las maniobras y cuando se juntaba con otros colegas, también le gustaban sus pláticas.
“El Bambi” era un niño y le faltaba crecer, vivir y hasta ser papá para, al fin, decidirse y convertirse en operador. Y así fue, justo cuando tenía 21 años tuvo a su primer hijo y al año siguiente se subió al tractocamión.
Ya pasaron 15 años y ahora tiene dos hijas y un hijo: a los tres les gusta el tracto y cuando se puede también se los lleva de viaje. Aún son menores, pero “El Bambi” sabe que si algún día eligen seguir sus pasos, él será el primero en enseñarles y apoyarlos, pero mientras, a la escuela.
En tanto, él sigue aprendiendo del oficio: maneja doble remolque y traslada combustibles en todo el país, aunque principalmente lo hace en las rutas del sureste.
Y eso es lo que le gusta: manejar. Los caminos, los trayectos, el amanecer, conocer personas, lugares y saber que ésta es una buena forma de sacar adelante a su familia.
A pregunta expresa, él considera que lo más difícil de su trabajo es la paciencia, ya que muchas veces, entre los otros usuarios de las vías, los clientes y alguna persona que no tuvo un mal día, él debe ser paciente y respirar profundo para no vivir en estrés.
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Por último, este joven operador recomienda a las nuevas generaciones que no se apresuren, que tomen la vida y el volante con calma y seriedad, y que ningún viaje es tan importante como para no llegar. Que siempre hay alguien que los espera.
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