A diferencia de los aceites minerales, obtenidos de la refinación del petróleo, los lubricantes sintéticos «se sintetizan» con procedimientos de ingeniería química, ya que están diseñados para proporcionar rendimiento y características superiores a los tradicionales, ya que, además de contener aceites básicos, cuentan con una variedad de aditivos que mejoran sus propiedades. 

Esto significa que no contienen nitrógeno y tienen menos azufre, lo que disminuye los posibles daños en el motor y todas sus piezas.

Es por eso que en las Esenciales TyT de este martes, ahondaremos en este tema, de la mano de Aarón Figueroa, jefe del Área Técnica de Raloy Lubricantes, quien recuerda las bases de los lubricantes sintéticos con un hecho histórico.

Cuenta la historia que durante la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aliadas impidieron a la Alemania nazi el acceso al petróleo crudo, de tal manera qe para proveer de combustible a sus vehículos, recurrieron a un aceite creado a partir del método Fischer-Tropsch que convierte una mezcla de monóxido de carbono e hidrógeno, conocida como gas de síntesis, en hidrocarburos líquidos a partir de un conjunto de reacciones químicas. 

El especialista señala que este es el antecedente de los lubricantes sintéticos, mismos que en la actualidad han cobrado una gran relevancia para el mantenimiento de vehículos automotores.

De hecho también refiere que se espera que el mercado global de lubricantes sintéticos registre una tasa de crecimiento anual compuesta superior al 3% hacia el 2029, debido a la creciente demanda de este fluido que por sus características provee a los motores un menor desgaste de sus engranajes, disminuye su inflamabilidad y por tanto, les proporciona más tiempo de vida.

“La transformación de los lubricantes automotrices va de la mano con la evolución de la tecnología de los motores que utilizan los vehículos que ha creado el hombre a lo largo del tiempo con base en sus necesidades. Hoy en día se fabrican con base en especificaciones (estándares) globales que establecen los organismos que avalan la calidad de los productos en la industria”, explica el especialista.

Por ejemplo, el Instituto Americano del Petróleo (API, por sus siglas en inglés), organismo que desde 1930 establece categorías para cada lubricante que indican su nivel de servicio, de rendimiento y que están relacionadas a un tipo de motor específico. 

Para los motores a gasolina, cada vez que aparece una nueva especificación, ésta incluye las propiedades de desempeño de la anterior. 

Otro organismo es la Sociedad de Ingenieros Automotrices (SAE, por sus siglas en inglés), encargado del control de las viscosidades a baja, estándar y muy alta temperatura, además de hacer las mejores recomendaciones, por medio de los manuales de los fabricantes, para la protección de los vehículos con base en el grosor de los lubricantes.

Cada determinado tiempo el API emite una nueva categoría de servicio con mejores capacidades de rendimiento y protección para el motor, empezó con la SA y las más recientes son la SN (2010) y la SN Plus (2017). La última que se liberó es la SP, que se creó en 2020 para los nuevos motores con características para el cuidado del ambiente.

En el caso particular de Raloy Lubricantes, la empresa mexicana cuenta con un Centro de Tecnología Aplicada, ubicado en Santiago Tianguistenco, Estado de México, donde sus ingenieros especializados trabajan en el diseño, formulación y pruebas de lubricantes sintéticos, en los que ya adoptan esa última categoría de servicio para dar origen a la familia de productos Raloy SYN-TEC PLATINUM Calidad API SP desde mayo de 2020. 

“Nuestra visión, experiencia y conocimiento de más de 40 años en la industria nos permite fabricar fluidos con la más alta calidad y ser el fabricante de más del 55% de aceites sintéticos que se venden en México para motores a gasolina”, agregó.

La tecnología sintética de los lubricantes Raloy Turbo SP está formulada con un paquete exclusivo de aditivos de alto rendimiento que proporciona una protección superior contra la degradación de la viscosidad y la formación de depósitos a altas temperaturas en el motor. 

Además, sus aceites sintéticos ofrecen una menor volatilidad, lo que reduce su consumo, y un flujo más rápido en bajas temperaturas para un arranque más eficaz en frío. 

También protegen los nuevos motores de Inyección Directa de Gasolina (GDI, por sus siglas en inglés) y Turbo GDI, en especial contra la pre-ignición a baja velocidad (LSPI, por sus siglás en inglés). 

Se recomiendan para lubricar todos los motores a gasolina americanos, europeos, asiáticos y otros de última generación que requieran aceites con el nivel de servicio API SP en el grado de viscosidad indicado en el manual del vehículo. 

También cuentan con las especificaciones API SN Plus y cumplen con la NOM-116-SCFI-2018 que regula estos productos en México.

Las nuevas exigencias de protección ambiental son los indicadores para la actualización de los lubricantes en la industria, al tener una sinergia con los organismos que la promueven, los fabricantes nos apegamos a ello y nos enfocamos en proteger los recursos, consumir menos energía de movimiento, disminuir el gasto de combustible y con ello, reducir la contaminación.

Desde la perspectiva de Data Bridge Market Research, es posible que tanto las industrias como los consumidores finales aún no comprendan los beneficios de los aceites sintéticos del todo y duden en dejar de usar los aceites minerales pero podrían considerar que ayudan a los motores a gasolina a trabajar de una forma más limpia. 

Por otro lado, aunque aquéllos tienen un costo más alto que los tradicionales, la inversión beneficia a los usuarios a largo plazo, ya que rinden más, lo que reduce los cambios del fluido y permite un ahorro en costos de mantenimiento o composturas del vehículo. 

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Mientras que un lubricante mineral puede requerir cambiarse cada 5 ó 10 mil kilómetros, uno sintético permite extender este plazo hasta los 16 mil, lo que alarga la vida útil de un motor. 

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