Como pasa en muchos casos, Noé “El Chivo” Gómez sabía desde niño que lo suyo estaba arriba de un camión. De hecho ahí están guardados sus recuerdos, acompañando a su padre, operador de profesión, a cada lugar, por recóndito que fuera. 

Es por eso que en cuanto tuvo edad suficiente, consiguió un trabajo como operador y ya nunca se bajó del tractocamión. De hecho, por aquellos inicios fue contratado para manejar un vehículo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) para llevar las campañas de vacunación a todos los rincones del país. 

Para su familia eso ya era un gran logro, pues representaba estabilidad y aprendizaje, ya que tenía buenas prestaciones y podía manejar de forma segura, pues esos vehículos no eran objetivo de la delincuencia. 

Y en eso estaba cuando supo que había oportunidad de trabajar en Estados Unidos, ganar en dólares y conocer nuevas carreteras. El trámite para obtener la licencia B1 no era complicado, así que probó. Y resultó. 

Lo primero que sorprendió a El Chivo fue la extensión del país vecino. De por sí México ya le parecía enorme, al llegar allá pensó que nunca terminaría de recorrer los camino y rincones de los Estados Unidos. 

Después le llamó la atención la cantidad de trabajo que había. Conoció a muchos colegas que se habían ido igual que él y que ahora ya tenían su propia flota. El sol sale para todos, le dijo uno de ellos. 

Ni siquiera lo consideró en ese momento, ya que su objetivo era estar ahí poco tiempo y regresar a México para invertir en su propio vehículo. 

Iba y venía entre ambos países hasta que formó su familia y decidieron radicar en la Ciudad de México, mientras él seguía yéndose a trabajar por algunos periodos a Estados Unidos. 

Ya con el tiempo se dio cuenta de que debía aprovechar la oportunidad y arriesgarse a comprar un camión. Que si seguía trabajando al mismo ritmo, podía pagarlo muy rápido y de ahí seguir creciendo. 

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Eso hizo El Chivo y comenzó un capítulo nuevo en su sueño americano. Sigue yendo y viniendo, pero ya con otra visión y nuevos retos. Su familia está bien, el negocio camina a buen ritmo y él sigue disfrutando lo que más le gusta en la vida: manejar un tractocamión