En la tranquila madrugada del viernes 21 de octubre de 2011, me hallaba en el Puente Internacional Nuevo Laredo III, frente a un imponente tractocamión diésel Freightliner blanco. Este vehículo llevaba consigo una torre destinada a perforar pozos; mientras que yo sostenía en una mano lonas marcadas con el logotipo de la SCT y en la otra, una cuerda.
Aquel día fue memorable, en especial porque presencié el paso del vehículo de nuestro amigo Fernando Páez, de Transportes Olympic de Apodaca, Nuevo León, rumbo a Garland, Texas. Este evento marcó no sólo un cruce histórico, sino también el segundo intento de implementar operaciones de largo recorrido por empresas mexicanas en territorio estadounidense por ambas autoridades.
Lo que sucedió previo a lograr este cruce, es algo que pocos podrían imaginar. Se trató de un tema que llegó a nivel presidencial en ambos países, desencadenado por el incumplimiento de Estados Unidos de sus compromisos del TLCAN. En una acción sin precedentes, México impuso sanciones al vecino país del norte mediante un ‘carrusel’ de aranceles que alcanzaron los 2,500 millones de dólares.
INDICIOS
Avanzando al año 2024, se vislumbra la posibilidad de otro cruce internacional de gran impacto, pero con un trasfondo que merece un análisis minucioso. Me refiero al cruce transfronterizo del primer tractocamión eléctrico entre Estados Unidos y México. Los indicios sugieren que este cruce probablemente lo protagonice una empresa californiana, ingresando por la garita de Otay hacia Tijuana.
Aunque hay varios proyectos en desarrollo, incluyendo uno anunciado por la Gobernadora de Arizona, Katie Hobbs, para cruzar por Nogales, y otros en Texas. Incluso Elon Musk ha expresado su interés al Gobernador Samuel García, de Nuevo León, por que las primeras exportaciones de Tesla se realicen en uno de sus tractocamiones eléctricos y autónomos.
Los retos para llevar a cabo este primer cruce son grandes, no sólo por la inversión en los vehículos, sino por la infraestructura necesaria de electrolineras que se debe tener para hacer la ruta sostenible, ya que hoy no existe esa infraestructura de carga pública para vehículos pesados en México.
Las altas probabilidades de que este cruce se realice de California a Baja California se deben a las nuevas regulaciones ambientales impulsadas por el Gobernador Gavin Newsom. Estas normativas, destinadas a reducir las emisiones, no sólo se aplicarán a los vehículos de carga que operen dentro de California, sino también a aquellos que transiten frecuentemente por su territorio.
EL OBJETIVO
El plan y metas son amplios e integrales, y van desde la infraestructura de carga hasta la incorporación de vehículos para los siguientes 20 años. Para 2045, quieren que todos los camiones nuevos que se vendan sean cero emisiones, con metas intermedias de 50% para 2035. Estas regulaciones son obligatorias para las distribuidoras que venden camiones, pero también para los transportistas.
Las distribuidoras inician en 2024 comercializando al menos el 5% de los camiones Clase 2b a 3, 9% de los de Clase 4 a 8, y el 5% de los tractocamiones. Para 2035 las metas son 55, 75 y 40 por ciento, respectivamente. Para los transportistas las reglas inician sólo aplicando a las empresas que tienen más de 50 vehículos, y varían por tipo de unidad. Tractocamiones con dormitorio avanzan gradualmente de 10% de la flota en 2027 a 100% en 2039, y los tractocamiones sin dormitorio con el mismo porcentaje, pero de 2030 a 2042, y todos los casos tienen excepciones.
VIABILIDAD, EN RIESGO
El desafío para las empresas mexicanas, que son las que dominan la mayoría de estos movimientos transfronterizos es significativo, ya que, hasta el momento, no cuentan con incentivos en México para adaptarse a estas exigencias. Este tema debería ser abordado a nivel gubernamental al más alto nivel, al igual que se hizo con el primer cruce fronterizo de largo recorrido.
Si las compañías mexicanas no reciben incentivos comparables a los de sus contrapartes norteamericanas, podríamos presenciar una migración gradual del servicio de transporte de carga, tradicionalmente realizado por flotas mexicanas a norteamericanas. Esto podría poner en riesgo la viabilidad de las empresas mexicanas en la zona.
Gobiernos estatales, cámaras y asociaciones transportistas en Baja California ya están trabajando en soluciones, pero sin un apoyo económico similar al que ofrece el Gobierno federal y estatal en Estados Unidos, será difícil encontrar una resolución favorable. Es imperativo actuar ahora para evitar que esta asimetría regulatoria deje a las empresas mexicanas en desventaja.
Estamos presenciando una transformación global hacia la movilidad sostenible, un camino que, sin duda, nos llevará a una era de vehículos cero emisiones. Sin embargo, alcanzarla tardará décadas. Durante este periodo, el impacto en las operaciones de transporte transfronterizo mexicano será significativo.
La robusta relación comercial garantiza la continuidad de los cruces fronterizos, aunque es posible que estemos al borde de un cambio disruptivo en la logística tradicional. En esta fase de transición, continuaremos con el uso de vehículos diésel por parte de pequeñas y medianas empresas, o en unos años más, podríamos ver vehículos seminuevos eléctricos. Esta historia apenas inicia y esperamos poder ser testigos de lograr flotas cero emisiones en México en las siguientes décadas.
Miguel Elizalde
Experto en Movilidad Sostenible
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