Aunque se trata de un trabajo que lo mantiene lejos de casa hasta una semana, Rodolfo “El Prófugo” Mendoza eligió este oficio porque desde que era niño le gustaban los camiones y amaba la carretera, de tal manera que no dudó en abrir su propio camino desde la adolescencia. 

En su familia no hay operadores ni empresarios transportistas, pero siempre tuvo claro que cuando tuviera edad, buscaría su propia oportunidad y aprendería a manejar y se juntaría con alguien que ya estuviera dentro de alguna empresa de transporte. 

Su 10-28 también data de la adolescencia, cuando en su natal Tijuana se juntaba con amigos y gustaban de grafitear las calles, y a él se le ocurrió firmarlos como “El Prófugo” porque nunca nadie lo alcanzaba. 

Por aquellos años fue que entró a trabajar en una empresa de transporte, como ayudante, chalán, lavador, haciendo lo que fuera hasta que un colega le enseñó a manejar y se pudo subir al tractocamión para ganar experiencia. 

En su casa siempre lo apoyaron y muy pronto les demostró que había nacido para esto, pues comprobó que su amor por las carreteras no era una moda pasajera ni una idea pueril. Al contrario: los paisajes, los amaneceres, las puestas de sol y la compañía de la soledad han sido los factores por los que “El Prófugo” sigue haciendo esto. 

Hoy tiene dos hijos, de 12 y 9 años de edad, y a ellos también les gusta el camión, y aunque a su padre le gustaría que fueran a la escuela e hicieran una carrera universitaria, si ellos quisieran dedicarse a lo mismo también los apoyaría pues sabe que es una forma honesta de ganarse la vida. 

Desde hace 10 años trabaja para Las Higueras Trucking, y ha durado porque es una buena empresa y ha hecho carrera, de tal manera que hoy envía un mensaje a las nuevas generaciones para que no se rindan y construyan sus sueños.

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