El asfalto suda. Transpira la tromba que recién bañó la 57 y no hay un solo punto seco en todo lo que logra verse. Recién pasada la caseta, al salir de la ciudad, Alí Bautista abre bien los ojos para observar la neblina que lo espera siempre ahí adelante. El sonido de la lluvia armoniza la tarde. 

Este operador tiene ya más de 20 años conduciendo todo tipo de vehículos de carga y también de pasaje; su experiencia al volante lo respalda como uno de los profesionales del volante que nunca ha tenido un choque. Aunque difícil, es posible. 

Desde que salió del centro de distribución con destino a San Luis Potosí encendió las luces y condujo despacio; lento, pero seguro, le dijo su padre hace 30 años cuando le enseñó a manejar un tractocamión. “Despacio, que llevo prisa”. 

Aunque en aquellas lunas era joven e impulsivo, siempre recordó esos dichos de su padre y siempre los tuvo claros: ir despacio es la mejor manera de llegar o, por lo menos, hay muchas más posibilidades de lograrlo. Cuántos accidentes suceden por ir deprisa. 

De a poco va cambiando las velocidades de su transmisión manual y sintoniza algunas canciones que le construyan una atmósfera gris, como la lluvia. Siempre le gustó el cielo gris, sobre todo cuando escoltaba su camino por alguna remota carreterea del país.

Una hora después, cuando el camino se ha mimetizado con el operador y con el tractocamión, Alí observa una ambulancia allá delante; él nunca superó los 50 kilómetros por hora y más bien fue él a quien todos rebasaron. 

Cuando se acerca al lugar en el que las sirenas titilan descubre que hay dos vehículso fuera de la carretera, casi despedazados; ve una camilla, paramédicos, personal de la Guardia Nacional. Es muy probable que sea una tragedia. 

Por el radio, algunos colegas comentan el incidente y recomiendan tirar los ceros, como se le dice a tener cuidado en el argot trailero. Se queda pensando en esta suerte de consejo que todos dan y pocos llevan a cabo. 

Su padre falleció hace cuatro años y no hay día en que no lo recuerde. Cuando supo que él tampoco había tenido un solo accidente en la carretera, no creía que fuera posible, pero ahora él lo sabe y está consciente de que sí hay manera de evitarlos. Y la clave siempre está en tener mucho cuidad, dormir bien, estar alerta. 

Ya dejó atrás la zona del accidente y se persigna, como también lo hacía su padre, un poco para rendir una oración por las personas involucradas, pero sobre todo para bendecir su camino, pues él quiero seguir, al igual que nosotros, Al Lado del Camino.

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