Cuando Raciela Hernández ingresó en el mundo del autotransporte y la logística, lo hizo como ejecutiva de ventas para una compañía en Nuevo Laredo. Vio una vacante, llamó, se postuló y fue contratada para generar su propia agenda en un sector hasta ese entonces desconocido para ella. 

Ella ya conocía ciertos procesos. Debía prospectar clientes, hacer citas, gestionar agendas y concretar ventas relacionadas con el despacho aduanal, ya que estaba en la ciudad más importante del país en términos de intercambio comercial internacional. 

Estuvo cerca de dos años en esa empresa y le entendió rápido a los cruces fronterizos, razón por la que otra compañía del sector le ofreció una gerencia también en ventas. Ella no dudó y, ya que representaba un importante crecimiento, aceptó el nuevo reto.

“Siempre me sentí como pez en el agua cuando se trataba de ventas y ahora, con una gerencia, pues me enfoqué mucho en mis nuevos objetivos y seguí aprendiendo, hasta que pensé en la posibilidad de abrir mi propia empresa para aprovechar el creciente movimiento de mercancías en Nuevo Laredo, y así fue”, dice.

Uno de los principales retos a los que se enfrentó al principio fue equilibrar su vida profesional con la personal, dado que debía hacerse cargo de sus tres hijos, mientras que la empresa también requería mucho trabajo, citas, ventas y un orden que permitiera sentar las bases de su vida. 

Raciela Hernández tuvo claro que debía buscar ese equilibrio, así que acomodó los horarios entre escuelas, descansos, citas de negocio y todo el tema administrativo, a fin de que pudiera darle tiempo para todo. Sin embargo, siempre fue necesario que sus hijos se adaptaran a las circunstancias, así que desde muy chicos estuvieron en la oficina aprendiendo el negocio de su madre. 

Otro gran reto ha estado relacionado con el paradigma de que el autotransporte es un trabajo de y para hombres; ya que primero, a nivel interno, a muchos de sus operadores y mecánicos no les gustaba que una mujer fuera su jefa y les dijera qué hacer. 

Y no solo eso, ya que cuando se trataba de llamarles la atención y pedirles cuentas, para algunos sí era un tema de género y orgullo, pero sobre todo de prejuicios; sin embargo, con el tiempo han entendido que Rawill es una empresa que se preocupa por ellos y es dirigida por una mujer.

Raciela Hernández, a fin de ser más empática, también se ha preocupado por conocer mucho más a fondo la operación de cada departamento, puesto que está convencida de que esto genera sensibilidad sobre las realidades y necesidades de sus colaboradores, sin importar su género. 

En las negociaciones, ella siempre estuvo acostumbrada a tratar con hombres y mujeres, con personas mayores y también con jóvenes, de tal manera que su género nunca ha sido un impedimento, aunque sí en ocasiones en que algún acuerdo no fluyó tan natural, sobre todo con interlocutores muy chapados a la antigua.

No obstante, Raciela Hernández considera que ha habido avances importantes en equidad de género, pero todavía falta acortar esa brecha, y eso tiene que venir de la mano de más y mejores oportunidades laborales para las mujeres en todas las áreas del sector

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Y es así como envía un mensaje claro y preciso: que todas las mujeres interesadas en sumarse a esta trinchera lo intenten y se unan a la causa, pues juntas, siempre podrán lograr más.